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Terence Crawford, un fanático al que le encanta pelear

Es extraña la forma en la cual algunos recuerdos se desvanecen como si fueran fantasmas olvidados y otros parecen eternamente incrustados dentro del hipocampo. Éste es ciertamente el caso de Terence “Bud” Crawford y su viva memoria de la primera vez que acudió a un gimnasio de boxeo hace casi 25 años, cuando tenía 7 años. No lo sabía en ese momento, pero había conseguido su vocación.

Hay un ligero aire de alegría juvenil en la voz de Crawford a la hora de recordar ese día trascendental, cuando cruzó por primera ocasión las puertas del C.W. Boxing Club de Omaha, Nebraska.

“Sólo quería golpear la pera y hacer sparring”, dijo Crawford con respecto a esa primera visita. “Cuando los chicos me hablan sobre boxeo, lo primero que preguntan es: ‘¿Puedes golpear esa pelota?’ Así llaman a la pera. Fue lo primero que quise hacer y luego mi deseo era hacer sparring, porque siempre estaba peleando. Casi dos semanas después, me permitieron hacer sparring con mi primo y nos fajamos de verdad”.

En aquél entonces, Crawford era un chico delgado con mal humor y quien gustaba tanto irse a las manos que fue expulsado del equipo de fútbol americano por pelear.

“Si no tenía nada que ver con las peleas, no era divertido”, dijo Crawford en una ocasión al periodista Tony Boone, del diario Omaha World Herald. “Eso es lo que me gusta hacer: pelear”.

Probablemente esto no debería sorprender demasiado. Tanto el padre como el abuelo de Crawford fueron boxeadores aficionados, al igual que dos de sus tíos. Está en su sangre.

Existen muchos chicos que prueban suerte en el boxeo, particularmente aquellos que aspiran utilizarlo como boleto para salir de la pobreza. Algunos lo siguen practicando y otros no, pero muy pocos han logrado tanto como lo ha hecho Crawford. Existe un elemento extra dentro de él, algo que ha impregnado su vida y alimentado su pasión.

“Peleo tan fuerte porque he sentido miedo desde niño”, dice una publicación en la cuenta de Twitter de Crawford de hace un año.

No existen muchos boxeadores que harían una confesión pública de este tipo; no obstante, Crawford se siente lo suficiente cómodo consigo mismo para ser tan franco. Cuenta con la sensación casual de autosuficiencia que transmite alguien que sabe quién es y lo que es capaz de hacer.

Él éxito y el dinero que viene con él parecen no haberle afectado de manera fundamental. Crawford sigue disfrutando las peleas, tanto como lo hizo ese primer día que visitó el C.W. Boxing Club. No obstante, las cosas pudieron haber tenido un final muy distinto de no haber sido porque el entrenador Midge Minor sintió agrado por él por contar con “actitud de peleador”.

Con la ausencia del padre de Crawford por mucho tiempo debido a su servicio en la Marina de Estados Unidos, Minor se convirtió en el padre sustituto de Terrence. Los años de adolescencia fueron particularmente retadores. Con el temor de perderle por la vida en la calle, Minor recogía a Crawford en la escuela después de clases para mostrarle videos de boxeo hasta que fuera momento de ir al gimnasio.

Existen muchas mentes maduras e inteligentes en los gimnasios de boxeo, que buscan cambiar la vida de muchos chicos y Minor cuenta con una de ellas. Estuvo presente cuando Crawford más lo necesitaba y ayudó a convertir a ese niño enojado en el que bien podría considerarse el mejor boxeador competitivo de la actualidad.

Desde que se hiciera profesional en marzo de 2008, Crawford ha logrado cosas con las cuales solo podía soñar de niño. Se mantiene invicto (34-0, 25 nocauts), ganado título en tres pesos distintos y actualmente ocupa el número 2 en los rankings de los mejores peleadores “libra por libra”de ESPN.com. En 2018, se alzó con el premio ESPY al Peleador del Año.

Crawford, quien hará su segunda defensa del título mundial de la OMB de los pesos welter contra el excampeón welter junior Amir Khan en la noche del sábado en el Madison Square Garden de Nueva York, sigue siendo un fanático casado con su oficio. A diez años de haber iniciado su carrera profesional, el púgil de 31 años aún cuenta con mente ágil y una forma de impartir crueldad chapada a la antigua.

"Soy fanático por este deporte. En muchas ocasiones, llego a ver las peleas bien temprano y miro todo el programa. También me gusta ver a los mejores boxeadores del mundo, cómo logran enfrentarse a sus rivales, lo que hacen en ciertas circunstancias. Estoy pendiente de cualquier detalle que me pueda dar ventaja." Terence Crawford

¿Se acuerdan de aquellas imágenes de Marvin Hagler en la nieve de Cape Cod, con hielo en la barba, el viento y la nieve chocando con su rostro? Crawford cuenta con una clase de intensidad similar. Recientemente, se le tomó una foto similar, mientras corría por un camino nevado.

Crawford parece nunca estar satisfecho. Su presencia frecuente en peleas no ha pasado desapercibida. Los comentaristas de televisión lo mencionan con frecuencia cuando la cámara comienza a buscar celebridades entre los asistentes. Sin embargo, Crawford no está allí para dejarse ver. Está presente para presenciar la pelea y quizás aprender una cosa o dos.

“Soy fanático por este deporte”, dijo Crawford. “En muchas ocasiones, llego a ver las peleas bien temprano y miro todo el programa. También me gusta ver a los mejores boxeadores del mundo, cómo logran enfrentarse a sus rivales, lo que hacen en ciertas circunstancias. Estoy pendiente de cualquier detalle que me pueda dar ventaja.

Las musas en los primeros tiempos de Crawford como púgil fueron Roy Jones, Jr., Floyd Mayweather y Pernell Whitaker. Por estos días, se encuentra cerca del ring para apoyar a figuras de la promotora Top Rank, como es el caso de Steve Nelson, Jamal Herring, Shakur Stevenson e Ismail Muwendo. Crawford se siente particularmente entusiasta con respecto al boxedor Prospecto del Año 2018 para ESPN.com, Teófimo López, otro boxeador de la casa Top Rank, de quien Crawford expresa: “Cuenta con todo lo que necesita para convertirse en la próxima súper estrella del boxeo”.

Crawford mira por mayor tiempo a esos jóvenes púgiles en acción, en comparación a aquellos contra quienes se prepara para enfrentar en el cuadrilátero. En lo que puede ser sorprendente en un hombre que analiza al boxeo y a los boxeadores de la misma forma en la cual un físico teórico estudia la mecánica cuántica y a los agujeros negros, Crawford no es muy adepto a mirar videos de sus oponentes.

“No lo hago por el simple hecho de que él no peleará contra mí de la misma forma como lo hizo contra los demás”, dijo Crawford. “Me aseguro de encontrarme en mi mejor condición en la noche de la pelea y así estar listo para lo que sea”.

Hemos escuchado lo mismo de boca de docenas de boxeadores, con resultados distintos. Sin embargo, Crawford tiene la inteligencia y capacidad suficiente para lograr resultados óptimos de forma consistente.

Se trata de un maestro de los ajustes a mitad de pelea. Parece contar con una caja de herramientas invisible, de la cual puede sacar cualquier movimiento o golpe necesario en cuestión de fracciones de segundo.

Vivió momentos de incertidumbre antes de conseguir un nocaut técnico en el noveno asalto contra Yuriorkis Gamboa en junio de 2014; sin embargo, no ha tenido un instante en el cual Crawford se haya visto en serio riesgo de caer derrotado en una pelea.

Ha demostrado suficiente calidad y obtenido los logros necesarios para ser una estrella del boxeo que trascienda a la popularidad general. Sin embargo, las cosas no siempre funcionan así. En este momento, Crawford se encuentra en un punto entre virtuoso poco apreciado y figura reconocida.

Esta situación que vive Crawford recuerda mucho el lento camino cruzado por Hagler hasta alcanzar el éxito. Luego de trabajar por mucho tiempo debajo de la superficie de la popularidad generalizada, el momento revelación de Hagler llegó al conseguir ese icónico nocaut a Thomas Hearns. Sin embargo, llegó demasiado tarde. Dos peleas más y el Maravilloso Marvin se había ido, pasó al retiro para nunca volver a boxear.

Crawford aún no ha conseguido a su Hearns y es probable que lo haga al enfrentarse a Khan (33-4, 20 KOs).

A pesar de ello, gane o pierda, Khan siempre da buen espectáculo. Es un golpeador de calidad y cuenta con valor suficiente para ir contra Crawford, lo cual podría resultar en un final violento, con mayores probabilidades de que termine a favor de Crawford.

Tal y como se ven las cosas hoy en día, Crawford conseguirá su merecido reconocimiento de forma gradual, siendo una victoria definitiva contra Khan otro paso en esa dirección.

Las cifras de Crawford continúan su acenso. 13.328 aficionados estuvieron presentes en el CHI Health Center de Omaha para presenciar cómo Crawford propinó nocaut técnico a José Benavidez Jr. el 13 de octubre.

El combate contra Khan será transmitido mediante el sistema de pago por evento, lo cual dará un indicativo más preciso de la popularidad de Crawford. Los aficionados no tuvieron que pagar una renta adicional para ver las tres peleas previas de Crawford por televisión.

Éste será el tercer combate de Crawford como púgil peso welter, una división llena de talento en la cual hay mayores oportunidades de conseguir un rival con material suficiente para alzarse con una victoria histórica.

Crawford y su pareja Alindra Pearson crían tres niños y dos niñas. Por estos días, es más probable ver a Crawford llevar a su hijo a un combate de lucha juvenil que conseguirlo jugando en el casino.

Crawford ya no es un niño temeroso. Sin embargo, esos recuerdos de cómo se sentía estar lleno de miedos siguen presentes, reiterando su compromiso con su oficio y su familia. No desea que sus hijos crezcan rodeados de la violencia pandillera, como fue el caso de su padre.

Si bien nació para pelear o las circunstancias lo hicieron boxeador, esa diferencia ya no es relevante. Lo importante es que Crawford mantuvo fe en su destino y nunca perdió su amor por el boxeo. Siempre ha sido el arte que mejor sabe hacer.