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El 'Puma' Martínez mostró su sangre de campeón contra Ioka

Sangre, garra, coraje, personalidad, espíritu: ¿cuántas palabras se necesitan para describir a un verdadero campeón? Tal vez unas pocas. Bastaría decir Fernando 'Puma' Martínez.

Fue la segunda vez que se enfrentó a Kazuto Ioka. En esta ocasión, con el cinturón WBA, Martínez volvió a Tokio y una vez más, regresará con él a la Argentina y su amado barrio de La Boca. Atrás quedará, en el recuerdo emocionado de quienes la vieron por ESPN KNOCK OUT, la noche en que incluso luego de ir al suelo, Martínez volvió a vencer a Ioka. Si los campeones agrandan y fortifican su imagen cuando sufren, Martínez alcanzó tal jerarquía este domingo 11 de mayo, en un combate que se puede volver a ver por Disney+.

Si aquel primer combate fue duro para ambos, este también lo fue. Martínez, más veloz, con tremendas descargas de izquierda a la cabeza y sólidos uppercuts superó desde el arranque a Ioka, quien mostró un tremendo trabajo al cuerpo del argentino.

Martínez, que ahora suma 18 peleas ganadas con 9 nocauts, mostró a los 33 años toda su maduración como boxeador, aun cuando en algunos pasajes hubo una merma en su producción. Puede haber sido por falta de oxígeno -se le notó una dificultad importante para respirar- o por el ritmo infernal que les dio a algunos pasajes de la pelea.

De hecho, Ioka terminó mal en el tercer episodio, cuando recibió una izquierda a la cabeza que le dobló ligeramente las piernas, juntamente cuando el trabajo del ex campeón mundial estaba predominando.

Trabajando con muchos golpes al cuerpo -algunos al borde de lo antirreglamentario-, el japonés exhibió excelente trabajo de cintura, haciendo pasar de largo las largas derechas cruzadas del pupilo de Rodrigo Calabrese, que trabajó en el rincón junto a 'Pileta' y el doctor Walter Quintero. Por supuesto, no faltó Marcos 'Chino' Maidana en el ring side.

El Ota City General Gymnasium de Tokio explotaba con cada golpe de Ioka, pero la proporción era mayor para Martínez, sobre todo con el jab zurdo y la izquierda, volcada en ascendentes y cross.

Si la pelea era atrapante porque muchas veces ambos se jugaban casi a cara descubierta en los cruces, el estadio estalló cuando, en el décimo, tocado por una izquierda en cross, Martínez se fue al suelo.

Vino la cuenta del árbitro Luis Pabón -de muy buen desempeño-, y la reacción del argentino, quien terminó pegando. Ioka, tal vez por asegurar una mano de nocaut, no aceleró y el Puma pudo reaccionar. Los campeones son aquellos que crecen en la adversidad.

Aquellos que saben "crecer al castigo", como reza una vieja frase de la tauromaquia. Los que albergan en sus corazones una cuota extra de esfuerzo. Los que, apretando los dientes, "empiezan de nuevo", cuando otros en su lugar, darían las cosas por perdidas.

De esta madera está hecho Martínez.

Tras esa caída, que estratégicamente podía valer aún más que los 2 puntos perdidos -recordar: fue en el décimo asalto-, salió al round siguiente apelando a todo su coraje.

Y así, en un combate altamente disputado -si no la vio en directo no se la pierda en Disney+-, y tras ganar el 11ro, salió al último con una determinación tal que nuevamente se produjeron cruces casi a cara descubierta. Y volvió a sacar partido el boxeador de Chino Maidana Promotions, desbordando a un Ioka que pareció haber entregado todo el resto en los asaltos anteriores.

Ganó Martínez, en la épica tradición de los Castro, Galíndez, Maravilla o Monzón del boxeo argentino, campeones orgullosos, fuertes, generosos, ganadores.

Ganó Martínez por puntos, ovacionado por todos, noble en la entrega, generoso con quien supo ser un gran rival, agradecido al pueblo japonés y cálido con el argentino.

Ganó Martínez, se impuso el Puma, sigue siendo campeón el humilde chico del barrio de La Boca que dejó el conventillo para conquistar el mundo. Es cierto, se habla de una futura pelea con “Bam” Rodríguez, pero por ahora, dejemos estas especulaciones para mañana.

Hoy, con el corazón palpitante y alegre, déjenos escribir sobre El Puma, el campeón, el que no se entrega nunca, que jamás se da por vencido. El que le da un cálido aliento de vida al alicaído boxeo argentino.

Ha ganado El Puma. Ha ganado quien, con corazón de campeón, supo levantarse para demostrar que está hecho con la misma madera de los grandes campeones.