Reynaldo Rueda y Edgar Tijerino son dos voces autorizadas a la hora de recordar al Alexis Argüello que subió a las 140 libras para enfrentar dos veces a Aaron Pryor y perdió en ambas.
¿Pudo ser una historia diferente? ¿Era Pryor un rival superior al cual nunca debió enfrentar? ¿El misterioso líquido que le hicieron beber a Pryor en el decimotercer asalto de la primera pelea fue el verdadero responsable de la victoria del estadounidense? ¿Podía ganar Alexis? ¿Cuál fue su principal error?
Si tomamos en cuenta la importancia de esas dos peleas en la carrera de Argüello y la influencia que pudieron tener las derrotas sobre el futuro de su existencia fuera del cuadrilátero, no es un mal ejercicio regresar en el tiempo y especular sobre el porqué de cada cosa.
El error fue aceptar la pelea
Sobre lo que no caben dudas, es sobre la equivocación de Alexis al aceptar esa batalla. Sin embargo, las dudas pasan sobre los procesos y no en los objetivos. A Edgar Tijerino, le pregunté: ¿Qué hubiera pasado con Alexis si esas peleas hubieran terminado de manera diferente?
“O no se hubieran hecho – respondió–. En ese momento había una posibilidad más viable de que Argüello no fuera contra Pryor, que era un hombre establecido en ese peso y con una fortaleza puesta a prueba”, dijo. “Estaba la posibilidad de enfrentar a Saoul Mamby (campeón del CMB) antes y otras opciones que estaba estudiando el Dr. (Eduardo) Román, pero a Argüello le gustaban los retos y fue directamente contra Pryor”.
Reynaldo Rueda, por su parte, que fue boxeador, entrenador y amigo personal de Alexis, considera que el mayor error fue ir directamente a esa pelea, sin realizar un período de aclimatación a la nueva categoría.
“Argüello fue a esa pelea de título mundial sin haber realizado peleas anteriores en esa división y creo que fue un error”, reconoció. “Debió realizar, por lo menos, tres o cuatro peleas antes, tal como lo había hecho en sus anteriores peleas de campeonato, tanto en gallo, en pluma o Ligero Jr. siempre trabajó en compactar su cuerpo al tipo de desafío y nunca le fue mal”.
¿Si Pryor no hubiera recurrido a la botellita de su entrenador (Carlos ‘Panamá’ Lewis) , pudo ganar Alexis la primera pelea?, le pregunté a Rueda.
"Sí, creo que le ganaba - afirmó. - La pelea estaba muy cerrada y en esos asaltos, hasta la botellita, Pryor se veía mal. Después que tomó la bebida, me sorprendió como si fuera el primer round”, aseguró y también se refirió a la duda eterna sobre lo que contenía esa botella. “En esa época no había tantos controles y yo sí creo que tomó alguna sustancia prohibida”.
Más allá de esas teorías que abonaron las dudas sobre la legitimidad del resultado de una pelea considerada como una de las mejores de todos los tiempos, es cierto que las consecuencias de la misma fueron cruciales para el futuro de Alexis.
“Si no hubiera ido contra Pryor, obviamente el panorama se le hubiera abierto más favorable”, consideró Tijerino.”Tal vez, esquivando al mismo Pryor, ganando el mismo título por otra vía y quedándose en las 140 libras haciendo historia otro rato, con unas cuatro o cinco defensas. Pero no fue así, eligió un reto demasiado grande lo que determinó el fin de su carrera”.
La reflexión final de Edgar Tijerino, seguramente, es parte de esas enseñanzas que los errores del pasado dejan a las nuevas generaciones de boxeadores. En el presente, es algo muy común ver a grandes campeones, evitando a otros grandes campeones y subiendo divisiones ante rivales accesibles con el objetivo de hacer historia sin afrontar retos peligrosos o complicados.
Solo eso basta para comprender de que madera estaba fabricada la guapeza de Alexis. No fue un campeón por acaso y recordarlo como tal, por encima de todo, es ser justos con la dimensión de su hazaña deportiva.