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Sorpresa en Wembley: a 26 años del triunfo de Oliver McCall sobre Lennox Lewis

Mike Tyson seguía preso en 1994, tras haber sido hallado culpable de violación a Desiree Washington. El mundo del boxeo esperaba su regreso. La división de los pesados, de todas maneras, estaba viva y coleando. Evander Holyfield, Riddick Bowe o Lennox Lewis eran algunos de los principales nombres de las marquesinas.

De hecho, la victoria de Lewis sobre Bowe en la final de los Juegos Olímpicos de Seúl (1988) atraía la atención sobre una gran revancha profesional.

Sin embargo, y como no hubo acuerdo entre las partes, Riddick Bowe no tuvo mejor idea que tomar su cinturón verde esmeralda del WBC -ganado frente a Evander Holyfield- y tirarlo al tacho de la basura. “Si Lewis quiere el título ya sabe dónde buscarlo”.

El Consejo desconoció al norteamericano y Lewis pasó a ser el campeón el 14 de diciembre de 1992.

Lewis realizó tres defensas exitosas ante Tony Tucker, Frank Bruno y Phil Jackson. Fue entonces que le tocó el turno a Oliver McCall, en lo que iba a ser la primera defensa de Lewis en Londres.

Este hombre, apodado “El Toro Atómico”, tenía 29 años, al igual que el campeón mundial. Mientras Lewis marchaba invicto con 25 peleas ganadas, 21 por nocaut, McCall llevaba 24 victorias, 5 derrotas y ningún empate con 17 nocauts. Según él, había hecho unos doscientos asaltos de sparring con Mike Tyson “Y nunca me pudo nocaut”. De sus rivales importantes se podía anotar derrotas ante Orlin Norris, Tony Tucker o James “Buster” Douglas.

Manejado por Don King, llevaba cinco peleas sin perder y el Consejo Mundial lo clasificó como retador obligatorio.

O sea que, cuando subieron al ring del Wembley Arena, el 24 de septiembre de 1994, era lógico que las apuestas estuvieran 5-1 para el campeón. Después de todo, ¿quién dijo alguna vez que en boxeo, y especialmente entre los pesados, puede pasar cualquier cosa? Tal vez la victoria de Jimmy Braddock frente a Max Baer, o la sorpresa de James “Buster” Douglas ante Mike Tyson podrían haber sido respuestas viables, pero el porcentaje es muy pequeño...

De hecho, se sabía que habia un acuerdo prácticamente firmado para que, tras McCall, Lewis iba a pelear finalmente con Riddick Bowe.

Como si “El Toro Atómico” no existiera...

Sea como sea, es más extenso contar los detalles que rodearon a aquella noche que la pelea en sí. Lewis salió a imponer su mayor alcance de brazos y altura: 1,96 metro contra el metro 88 centímetros del retador. McCall salió moviéndose con velocidad, amenazando con la derecha cruzada a la cabeza.

Con el jab era posible que Lewis lo tuviera a distancia toda la noche. Dos jurados le dieron el primer round y el tercero, en cambio, se inclinó por un empate.

Así que cuando salieron al segundo asalto, podía decirse que la pelea no había empezado. Hasta que en un cruce, en la media distancia, Lewis salió mal y recibió una derecha corta y cruzada, tirada por adentro. Brevísimo recorrido. Justo al mentón. Se fue a la lona. Y, en medio del delirio, trató de levantarse. Lo logró, pero las piernas no le obedecían. La cuenta del referí José Guadalupe García, no se completó hasta el “Out” porque decidió detenerla antes. Fue a los 31 segundos del round número dos.

Fue una tremenda sorpresa, porque nadie hubiera imaginado tal desenlace. De hecho, podría afirmarse, sin exageraciones, que “El Toro Atómico” ganó con el único golpe de poder y a fondo que pudo lanzar. Lewis y todo el equipo protestaron enérgicamente. Tanto que McCall, ofendido -su triunfo había sido totalmente legítimo por si hace falta decirlo- no le perdonó que dijeran que habia sido un golpe de suerte. “Estuve intentando con esa derecha desde el comienzo”, aseguro. Y, viendo el tape, es necesario darle toda la razón del mundo.

McCall defendió su corona ante Larry Holmes y terminó perdiéndola ante Frank Bruno, en 1995. La segunda pelea ante Lewis se efectuó en febrero de 1997, por la corona vacante del Consejo, en Las Vegas.

Lo que muchos desconocían era que McCall tenía grandes problemas de adicción y también de violencia familiar. Seguramente los que lo sabían, igual permitieron que se efectuara la revancha, que tuvo uno de los desenlaces más dramáticos y bizarros de la división de los pesados.

Pero esa es otra historia. La historia de la noche del 24 de septiembre de 1994 en Wembley es la de un “Toro Atómico” que se anotó una de las grandes sorpresas del boxeo en la división de los pesados.

La lista incluye a Spinks-Ali (1978), Ruiz-Joshua (2019) y, por supuesto, Rahman-Lewis (2001). Seguramente usted tendrá alguna otra para agregar.

Es que, como se sabe, esto es boxeo.