"Nadie es profeta en su tierra" es una máxima del refranero popular que podría ajustarse a la trayectoria profesional del mexicano Saúl Canelo Álvarez; un boxeador que a base de esfuerzo personal y constancia ha ganado el mérito de ser referente en un deporte centenario cuya industria genera cientos de millones de dólares cada año.
Mientras la gran mayoría de sus colegas de profesión respetan sus logros y se miran en su espejo, en su país natal no son pocos los que le critican hasta el hastío minimizando cada uno de sus triunfos.
Canelo dijo una vez que, si fuera tan fácil, todos estarían encaramados en su olimpo con un mero chasquido de dedos.
Tiene razón. No es tan sencillo como lo pintan o lo quieren hacer ver.
Con razón o no, la carrera del tapatío ha tenido paradas que avivan el debate. Y el próximo 6 de mayo, en el estadio Akron de Guadalajara, el hoy campeón indiscutible de peso supermediano tendrá otra de esas peleas "cuestionables" cuando regrese al ring para enfrentar al inglés John Ryder, el No.4 en el ranking divisional de ESPN y campeón interino de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
Nuevamente todos los reflectores apuntan hacia el tapatío de 32 años. Y el resumé de su oponente, desde que se anunció la ecuación, levantó suspicacias, acrecentadas con la cercanía de la contienda.
Si bien Ryder ostenta un título interino, no aparece clasificado entre los mejores 15 de ninguno de los otros tres organismos más importantes del deporte: Consejo Mundial de Boxeo (CMB), Federación Internacional de Boxeo (FIB) y la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). También genera dudas el discreto récord de 32 victorias y 5 fracasos, tres de ellos ante peleadores a los que derrotó el mexicano (dos de ellos por la vía del nocaut).
Semejantes circunstancias otorgan municiones a sus detractores, quienes cuestionan la validez de su defensa de los cuatro cinturones de las 168 libras.
A juzgar por la trayectoria de Canelo, Ryder no será el primero y probablemente tampoco el último de los rivales controversiales relacionados con el cobrizo tapatío. Pero mientras preserve su estatus, tendrá la prerrogativa de escoger a su oponente.
Nos guste o no. Así funciona el negocio.
Ciertamente, Óscar de la Hoya, antes de la ruptura entre ellos, manejó con manos de seda la carrera de su principal activo. Lo llevó a la cima de la montaña, pero en el trayecto enojó a no pocos fanáticos mexicanos que suelen identificarse más con púgiles que tuvieron que "picar piedra" para abrirse camino en tan exigente y peligrosa disciplina deportiva.
Rivales como Josesito López, Amir Khan, James Kirkland, Alfredo Angulo y Sergey Kovalev, por un motivo u otro, no ayudaron a desterrar fantasmas. Todo lo contrario.
Pero en esta oportunidad, Canelo Álvarez tiene atenuantes. Viene de una cirugía en su mano izquierda, necesita una pelea de puesta a punto antes de regresar a las grandes ligas y Ryder luce como el partenaire perfecto. No es un manjar, pero tampoco pertenece a la súper elite.
Si había un momento para tomar un break es este; además de ser la ocasión perfecta para lucirse en su tierra, a donde lleva un espectáculo que la mayoría de sus compatriotas solo pueden ver por televisión.
Ser el rostro del boxeo conlleva obligaciones. Cada combate debe llenar las expectativas. Sin embargo, Canelo no está haciendo nada nuevo, en el pasado no pocas estrellas de diferentes nacionalidades, incluidas de México, también se tomaron "respiros" de vez en cuando. No es un crimen y tampoco lo será.