El italiano, asesor ejecutivo de Alpine, potenció el desembarco del argentino en el equipo francés. Un hombre con éxitos y trampas.
“Lo único seguro es la muerte”. Así respondió Flavio Briatore antes de las fiestas de fin de año cuando lo consultaron si Jack Doohan y Pierre Gasly serían los pilotos de Alpine en 2025. El rumor sobre la llegada de Franco Colapinto ya estaba instalado y, finalmente, este jueves se confirmó que el argentino será piloto reserva. Aquel día, el italiano solo anunció que el australiano y el francés estarían en la grilla del GP de Australia que abrirá la 76ª temporada. Después, todo puede pasar. Briatore es así.
Flavio nació hace 74 años en Verzuolo, una pequeña localidad piamontesa de 6.500 habitantes. Pasó de ser instructor de esquí a ser gerente de un restaurante. Su vida cambiaría al conocer a Luciano Benetton, el fundador de la reconocida empresa de rompa. Al cierre de 1985, el empresario textil decidió comprar el equipo Toleman, el mismo en el que había debutado un tal Ayrton Senna en F1. Así nació el team Benetton en 1986 y Briatore asumió como director.
El equipo logró su primera victoria en México 86 de la mano de Gerhard Berger, pero el enorme salto de calidad fue cuando contrató a Michael Schumacher en 1991. El alemán había debutado de apuro en el GP de Bélgica, en Spa-Francorchamps, con el equipo Jordan y, sin dudar un segundo, se reunió con el mánager del teutón, despidió a Roberto Moreno y en la carrera siguiente el Kaiser era el compañero de Nelson Piquet. El resto fue historia conocida: Schumi fue campeón en 1994 y 1995 con Benetton bajo la égida de Briatore. Al cierre de 2001, Benetton vendió el equipo a Renault, marca que así retornó de manera oficial a la categoría. Y allí quedó el inefable Briatore como director. Ya bajo las huestes del Rombo, el italiano celebró las conquistas de Fernando Alonso en 2005 y 2006, cortando el español, la seguidilla de cinco títulos de Schumacher con Ferrari.
En la búsqueda del éxito, Briatore no conoce de límites, no tiene pruritos y es un personaje inescrupuloso. Amigo personal de Bernie Ecclestone, con quien fue socio en varios negocios (entre ellos como dueños del equipo Queens Park Rangers), jamás dudó en utilizar artimañas y hasta viles trampas en la búsqueda del triunfo. La más notoria fue en el GP de Singapur de 2008, la primera carrera nocturna de la historia de la F1. El italiano pergeñó una maniobra grosera y grotesca: mandó directamente a chocar contra un muro a Nelsinho Piquet, uno de sus pilotos en Renault, para así favorecer la estrategia de Alonso, su otro pupilo. Resultado: Alonso ganó la carrera. Cuando se conoció el ardid, Briatore fue suspendido de por vida por la FIA (Pat Symonds, jefe técnico del Rombo y cómplice del italiano, recibió cinco años de sanción). Sin embargo, la pena por el resto de sus días apenas duró un año y medio para el inefable Flavio: una intervención judicial, un arreglo por afuera, la muñeca de Bernie y en 2010 todo quedó en la nada.
Briatore volvió a pasearse por los boxes sin problemas. El que quedó afuera fue Nelsinho, quien después del GP de Hungría de 2009 fue removido de Renault y nunca más volvería a la F1. Para la compañía francesa, parece que el tiempo todo lo cura, y, ya bajo el nombre de Alpine, fue contratado como asesor ejecutivo del equipo en junio de 2024.
Este playboy, que fue vinculado sentimentalmente con varias modelos (estuvo casado con Elisabetta Gregoraci), que fue dueño de clubes nocturnos y no se perdió los eventos más importantes de la alta alcurnia, fue clave en el desembarco de Colapinto en Alpine. El dinero fresco que llega de la mano de las empresas que apoyan al argentino era un convite que le interesaba mucho al italiano. Franco arranca desde el puesto de reserva de Pierre Gasly y Jack Doohan. Está claro que a Flavio no le temblará el pulso si tiene que bajar alguien para subir al argentino. El foco es el australiano. Algunos señalan que su contrato es por seis carreras y que en Abu Dhabi cumplió la primera. Es solo un runrún, nadie conoce los vínculos de la F1, siempre guardados bajo siete llaves. De todas maneras, el bueno de Doohan puede tener en su casa una copia del contrato que marque mil años de unión, pero, se sabe, en la F1 los contratos se rompen. Ejemplos hay muchos y el mismo Briatore ya lo demostró.