En ningún momento, un simple lanzamiento de moneda al aire definió la épica batalla entre Bills y Chiefs en Arrowhead, en la Ronda Divisional
Cada vez que un partido de postemporada de la NFL se define en la prórroga, regresamos al mismo tema.
"¿Hay que cambiar las reglas del tiempo suplementario?".
Pasan las temporadas, pasan los partidos, y por alguna razón se sigue actuando como si fueran un capricho del momento.
"El partido no puede definirse por un lanzamiento de moneda".
Bueno, les tengo una noticia: El partido del fútbol americano no se define nunca por un lanzamiento de moneda. El partido de fútbol americano se define con base en decisiones y ejecución, primordialmente, dentro de los parámetros de las normas establecidas.
Seguro, el azar, la suerte, la fortuna --como se le quiera llamar-- también desempeña un rol, pero mínimo, y en términos generales, balanceado. De hecho, es tan balanceado el efecto del azar, que se recurre a un lanzamiento de moneda para determinar la posesión inicial del partido, el lado del campo que se defenderá, o la posesión inicial del alargue.
Sin embargo, y no hay modo de reiterar esto con suficiente énfasis: el lanzamiento de moneda no determina al ganador de un juego de fútbol americano.
Para quejarse de un lanzamiento de moneda decidiendo un evento deportivo, podemos apuntar a la Copa de Europa de 1965, donde en la primera fase Anderlecht dejó en el camino a Bologna tras un empate 2-2, y Dukla Praha dejó en el camino a Górnik Zabrze tras un empate 4-4, en ambas instancias, con un lanzamiento de moneda. En ese mismo torneo, en cuartos de final, Liverpool avanzó sobre FC Köln gracias a la suerte del lanzamiento de moneda, después de empates a cero en los duelos de ida y vuelta, y un 2-2 en un tercer partido de desempate que no cumplió su cometido.
De igual manera, puede señalarse a la Eurocopa de Naciones de 1968, donde Italia y la URSS seguían 0-0 después del tiempo reglamentario y la prórroga en la instancia semifinal. Se lanzó una moneda al aire, Italia avanzó, y terminó ganando el torneo continental.
En otras instancias, se han empleado sorteos para definir quién pasa y quién se queda en el camino, como cuando en 1954 se decretó que Turquía accedía a la Copa del Mundo sobre España, a pesar de que ambos clubes ganaron un partido, perdieron uno, y empataron el tercero, en la etapa clasificatoria. Un chico de 14 años, hijo de un trabajador del estadio en Roma, donde se jugó el tercer encuentro, sacó dos bolas de un sombrero para decidir al clasificado.
Si alguien todavía insiste en asimilar alguna de esas situaciones con lo sucedido en domingo por la noche en Arrowhead Stadium, entonces no hay mucho que discutir. La realidad indica, sin embargo, que obtener la primera posición está lejos de garantizar el triunfo en la prórroga mediante un touchdown inmediato en el alargue.
Según datos del Elias Sports Bureau, se han decidido un total de 163 partidos en tiempo suplementario a partir de que se instauró la serie de reglas actuales (2010 para playoffs y 2012 para temporada regular). Esas 163 instancias incluyen la campaña regular y la postemporada. Ahí, únicamente 35 encuentros, incluyendo el del domingo por la noche, se decidieron con el equipo que obtuvo la primera posesión anotando touchdown en su primera serie. Eso equivale a un 21.5 por ciento de los partidos.
Eso significa que, en el restante 78.5 por ciento, el equipo que inició a la defensiva ganó por un touchdown o safety propio, o tuvo oportunidad de emprender su propio avance ofensivo. Los Buffalo Bills tuvieron esta misma posibilidad. Incluso, tuvieron una muy buena probabilidad de no tener que llegar al punto en que un lanzamiento de moneda determinara la primera posesión de la prórroga --que, como ya vimos, no equivale inevitablemente a una victoria segura--.
Buffalo permitió que el juego alcanzar la prórroga
Mucho se ha destacado cómo, con 13 segundos en el reloj de juego, los Kansas City Chiefs, marcharon campo abajo para empatar el juego con gol de campo agónico en solo tres jugadas. Desde luego, Kansas City se vio muy beneficiado por los dos tiempos por pedir que conservaron hasta el final, pudiendo contar con el centro del campo para jugar por aire, en lugar de verse restringido a las líneas laterales. Eso les aseguró que no iban a tener, solamente, una oportunidad para avanzar el ovoide en esa situación.
Patrick Mahomes conectó en dos pases con los dos objetivos más importantes en el arsenal aéreo de los Chiefs: Tyreek Hill y Travis Kelce. En otras palabras, cuando todo el mundo en el estadio sabía quiénes serían los objetivos principales a buscar en una situación de presión crítica, Buffalo permitió que ambos completaran jugadas importantes. Eso, de ninguna manera, puede culparse a las reglas de la prórroga.
Y si apretamos el botón de rebobinar la cinta, las cosas empeoran para la causa de los Bills. Con 13 segundos por jugar, y a sabiendas que los Chiefs tenían dos tiempos fuera por pedir. Decidiste, justo después de tu touchdown patear largo hasta las diagonales para asegurar el touchback, y con ello, garantizar que el reloj no empezara a correr.
El head coach Sean McDermott, quien para todo lo positivo que ha logrado al frente de la plantilla de Buffalo, todavía no gana un partido de postemporada fuera de casa, se cercioró de que esos dos tiempos por pedir de Kansas City se convirtieran en parte de la ecuación que condujo al resultado de su derrota. ¿Por qué no ejecutar una 'squib kick' en esa patada de salida? ¿Por qué no patear el balón con trayectoria tendida para que haga contacto con el suelo, poniendo en marcha el reloj de juego, para tratar de arrebatarle el máximo de esos 13 segundos a la ofensiva de los Chiefs? Una squib kick bien ejecutada hubiera dejado a los Chiefs con la posibilidad de una sola jugada ofensiva, probablemente muy lejos del rango de Harrison Butker, y con dos tiempos por pedir ya prácticamente inservibles en la bolsa.
Entonces, regresamos a lo dicho arriba: El partido de fútbol americano se define con base en decisiones y ejecución, primordialmente, dentro de los parámetros de las normas establecidas.
Ya después, y si seguimos con la disección de la toma de decisiones desde la banca de Buffalo, podremos encontrar más instancias donde los Bills hicieron más por mover el péndulo hacia Kansas City, que un lanzamiento de moneda. Por ejemplo, si estaban cuatro de cuatro en conversiones de cuarta oportunidad, por qué despejaste en cuarta y 1 al inicio del cuarto periodo (con los Chiefs anotando touchdown en la serie subsecuente). Mismo caso puede decirse de la cuarta y 4, en la yarda 49 de los Bills, donde al despeje le siguió touchdown de Kansas City, en el tercer episodio.
El juego va decantando por varias avenidas, y la toma de decisiones y la ejecución --buena o mala-- de lo que se ordena desde la banca, sigue siendo lo que lleva el peso específico en el resultado de cualquier partido de fútbol americano, guste o no el desenlace.
¿Fue justo el resultado? Por supuesto, fue justo que el equipo que anotó más puntos dentro de los parámetros de las reglas dadas, se haya alzado con el triunfo, y el boleto a la siguiente fase.
¿Queda un sabor amargo por el modo en que ocurrió? No, en mi opinión. No sé por qué actuamos como si, por jugar un partido espectacular en la posición de quarterback por parte de ambos bandos, Chiefs y Bills iban a acceder de la mano a la siguiente ronda. Alguien tenía que perder. Como fuera.
Supongamos, por un instante, que los Bills hubieran tenido garantizada una serie, incluso después de un touchdown de los Chiefs en la prórroga. Supongamos que, de acuerdo a lo visto en el partido en los minutos finales, Buffalo anota touchdown. Entonces, con una segunda serie de touchdown de Kansas City, ¿se acaba el partido? No es exactamente el mismo peso para el lanzamiento de moneda que lo ocurrido. Y si se siguen alternando avances ofensivos, y nuevamente, de acuerdo a lo visto en los instantes finales del partido, ¿no hubieran pasado por encima de las fatigadas defensivas una y otra vez? ¿Hasta cuándo?
Revaloremos a las defensivas
No sé ustedes, pero en lo personal, no sería fan de que el béisbol se convirtiera en un deporte con marcadores habituales de 25-24. Tampoco, me llama mucho la atención imaginarme duelos de balompié frecuentes de 21-20. Ni que los enfrentamientos de NBA alcancen los 250 puntos por equipos.
Entonces, ¿de dónde sale esta fascinación por partidos de 100 puntos combinados en el fútbol americano, como si fueran algo espectacular? Francamente, no lo entiendo. Claro, las ofensivas podrán estar jugando muy bien, pero el contrapeso defensivo, entonces, está por la calle.
Parte de la argumentación de quienes pugnan por garantizar igual número de posesiones ofensivas en las prórrogas provienen de estos razonamientos. Para mí, la defensiva --y en el caso de los Bills, la mejor defensiva de la liga-- tuvo una gran oportunidad de hacerse pesar en el tiempo suplementario. Lo único que había que hacer era evitar el touchdown de Kansas City. Repito, era la mejor defensiva de toda la liga, la que estaba sobre el campo. Los Chiefs lo hicieron ver fácil porque, bueno, son los Chiefs.
Si queremos que el lanzamiento de moneda tenga, todavía, un menor impacto que el 21.5 por ciento de partidos decididos por touchdown en la primera serie del suplementario, la solución no está en cambiar las reglas de la prórroga, sino en nivelar la balanza del juego mismo. Es decir, démosle a las defensivas mejores armas para contrarrestar una liga volcada, en términos de reglas, hacia los ataques ofensivos.
¿Cómo? Bueno, comencemos por no conceder primer intento automático en las penalidades de 5 yardas por sujetar a la defensiva. Las 5 yardas de castigo son suficientes. Después, podríamos limitar las interferencias de pase a 15 yardas, para evitar ganancias kilométricas con un pañuelo debatible. Otra medida podría ser enfatizar la prohibición de bloquear campo abajo antes de que el pase sea completado, una regla que existe pero rara vez se observa, particularmente en pases pantalla.
Una unidad mejor protegida por las reglas del juego tendrá mejores posibilidades de impedir un touchdown en una serie inicial del alargue, y por lo tanto, mejores probabilidades de garantizar una posesión para su ataque, y forzar al rival, a su vez, a jugar defensiva.