Conocida es la capacidad de resiliencia del español Rafael Nadal, quien construyó una de las carreras más prolíficas en la historia del tenis a base de sangre, sudor y lágrimas, además de su innegable talento, reponiéndose a una tormentosa lesión que lo acompañó durante prácticamente dos décadas.
"El dolor es uno de los grandes maestros de la vida. Me lesioné cuando tenía 17 años y me dijeron que probablemente nunca volvería a jugar al tenis profesional", confesó el ex número 1 del mundo, en una emotiva carta escrita en el sitio The Players Tribune, que también se refirió a sus mejores momentos en el circuito, el secreto de su rotundo éxito, y el consejo que recibió de su tío y entrenador Toni Nadal.
En sintonía, el 92 veces campeón en el Tour, 22 en torneos Grand Slam, reveló: "Aprendí que las cosas pueden terminar en un instante. No era solo una pequeña fractura en mi pie, se trataba de una enfermedad. Una enfermedad sin cura, solo se podía gestionar".
"Síndrome de Mueller-Weiss. ¿Qué significa eso? Pasas de la mayor alegría a despertarte al día siguiente sin poder caminar. Pasé muchos días en casa llorando, pero fue una gran lección de humildad. Tuve la suerte de tener un padre, la verdadera influencia que he tenido en mi vida, que siempre fue muy positivo", extendió el doble medallista en los Juegos Olímpicos, en referencia al síntoma que inició en el Masters 1000 de Madrid 2005 y lo obligó a inflitrarse en más de una ocasión.
"'Encontraremos una solución', dijo. 'Y si no la encontramos, hay otras cosas en la vida fuera del tenis'. Al escuchar esas palabras casi no pude procesarlas, pero gracias a Dios, después de mucho dolor, cirugías, rehabilitación y lágrimas, se encontró una solución y durante todos estos años pude seguir luchando a través de ello", concluyó el dueño absoluto de Roland Garros, que logró reponerse a semejante noticia para sentarse en la mesa grande del deporte blanco.