A prácticamente un mes de su último partido como tenista profesional, el español Rafael Nadal sigue emocionando al circuito entero y a los fanáticos, ya no más dentro de una cancha sino esta vez través de una sincera y desgarradora carta para repasar su inigualable carrera.
"El tenis es un deporte que mentalmente exige mucho de ti, pero hay muchos momentos de alegría que nunca olvidaré", inició el legendario manacorí, que colgó definitivamente la raqueta al caer en dobles junto a su compatriota Carlos Alcaraz (3°) en cuartos de final de Copa Davis, en un texto al sitio The Players Tribune.
"La Copa Davis en 2004, Roland-Garros en 2005, por supuesto Wimbledon en 2008. Pero luego está mi primer US Open y cuando cerré el círculo de los torneos Grand Slam en Melbourne. Y no olvido esos torneos como Madrid y Barcelona en mi país, Indian Wells, Miami y Cincinnati, donde gané por primera vez en 2013, el hermoso Montecarlo, la sensación especial de Roma, Shanghái y Pekín con esos increíbles aficionados. También Canadá, México, Chile, Brasil, mis primeros días en Buenos Aires, muchísimos momentos", prolongó el dueño de 92 títulos, 22 en eventos Majors.
En consecuencia, el batallador zurdo, que totalizó 1.080 triunfos y 228 derrotas en su extensa trayectoria, reveló su secreto para transformarse en uno de los mejores jugadores de la historia: "Me siento lleno de recuerdos increíbles. Sin embargo, nunca puedes dejar de exigirte. Nunca puedes relajarte. Siempre necesitas mejorar, eso ha sido la constante de mi vida. Siempre empujar tus límites y mejorar. Así fue como me convertí en un mejor jugador".
"Durante 30 años, la imagen que transmitía al mundo no siempre era lo que sentía por dentro. Honestamente, siempre he estado nervioso antes de cada partido que he jugado, eso nunca se va. Cada noche antes de un partido me iba a la cama sintiendo que podía perder", confesó el ahora ex pupilo de su coterráneo Carlos Moyá, quien tan solo registró 50 caídas sobre polvo de ladrillo, su superficie predilecta.
Continuando por la misma línea, el doble medallista dorado en los Juegos Olímpicos expresó: "En el tenis, la diferencia entre los jugadores es muy pequeña y entre los rivales aún más. Cuando sales a la cancha, cualquier cosa puede pasar, así que todos tus sentidos deben estar despiertos y vivos. Esa sensación, el fuego interno, los nervios, la adrenalina de salir y ver una pista llena es una sensación muy difícil de describir. Es una sensación que solo unos pocos pueden entender y algo que estoy seguro de que nunca será lo mismo ahora que me retiro como profesional".
"El tenis también es un maestro de la vida misma. La mayoría de las veces no ganas el torneo en el que juegas. No importa quién seas, al final de muchas semanas, has perdido. La vida real es igual. Aprendes a vivir con los momentos de alegría y los momentos de dolor, y tratas de tratarlos de la misma manera", extendió uno de los integrantes del irrepetible Big 3, compuesto por el suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic (7°).
"En los buenos momentos nunca pensé que era Superman y en los malos nunca pensé que era un fracasado. Lo que te hace crecer como persona es la vida misma: los fracasos, los nervios, el dolor, la alegría, el proceso de despertar cada día y tratar de ser un poco mejor para lograr tus metas", manifestó el rey de la Philippe Chatrier, escenario en que se coronó en 14 ocasiones.
Por otro lado, el ex número 1 del mundo, puesto que dominó durante 209 semanas, reconoció cómo le gustaría que lo recuerden: "En el fondo, cuando todo está dicho y hecho, uno recibe lo que da. Espero que mi legado sea que siempre traté a los demás con profundo respeto. Esta era la regla de oro de mis padres. Cuando era un niño, mi padre siempre me decía: 'Inventar es difícil, copiar es mucho más fácil'. No hablaba de tenis. Hablaba de la vida".
"Mira a tu alrededor y observa a las personas que admiras. Cómo tratan a la gente, qué es lo que te gusta de ellos. Actúa como ellos y probablemente vivirás una vida feliz. Llevé esa lección conmigo a cada partido que jugué. No me alimentaba del odio hacia mis rivales, sino de un profundo respeto y admiración. Simplemente traté de despertar cada mañana y mejorar un poco para poder seguir el ritmo de ellos. ¡No siempre funcionó! Pero lo intenté, siempre lo intenté", manifestó el abanderado de su nación en Río 2016.
"Durante más de 30 años he dado todo lo que podía a este juego. A cambio, he recibido alegría y felicidad. Alegría y felicidad, amor y amistad, y mucho más. Sinceramente, Rafa", cerró Nadal, quien marcó un antes y un después en el máximo nivel.