Ángelo Dundee nació en 1921 en Filadelfia. Cambió su apellido natal de Mirena por el de Dundee: los boxeadores de origen italiano vendían menos que los irlandeses. De todas formas, colgó los guantes rápido, se radicó en Miami con su hermano Chris y se dedicó a enseñar.
Entrenó a grandes cubanos como Luis Manuel Rodríguez o 'Mantequilla' Nápoles y cuando trabajaba con Willie Pastrano -campeón mundial medio pesado- recibió la llamada de un tal Cassius Marcellus Clay. "Era veloz, atrevido, tenía algo diferente, así que finalmente empecé a entrenarlo", recordó.
Eddie Futch nació en 1911 en Hillsboro, Mississippi, el Sur profundo de Estados Unidos, pero se crio en Michigan. Afroamericano, se dedicó al boxeo y en 1935 fue campeón Guantes de Oro de Detroit. Llegó a entrenar con Joe Louis y luego, por un soplo al corazón, comenzó a ser entrenador.
Cuando conoció a Joe Frazier en 1967, lo convirtió en una humeante máquina de lanzar golpes, guarnecida en una cerrada guardia. De ahí el apodo de 'Smokin Joe'.
El 1 de octubre de 1975, en Manila, Dundee y Futch tuvieron que decidir en cuestión de segundos el destino de una pelea.
Fue cuando estaba por sonar la campana, llamado a combatir a Muhammad Ali y Joe Frazier al 15to y último asalto.
Se cumple medio siglo de aquel combate épico que ya está en la leyenda.
Ali y Frazier habían combatido ya dos veces en el Madison de Nueva York. Joe ganó la primera y Ali la revancha.
Para 1975, Ali venía de noquear a George Foreman, coronándose campeón pesado por segunda vez. Frazier, por su parte, había recibido una paliza ante George Foreman, perdiendo la corona por nocaut en 1973.
Por contactos políticos Don King llevó el combate a Manila con el apoyo del presidente Ferdinand Marcos. Se eligió el Araneta Stadium, en Quezon City, cercana a Manila y se realizó a las 10:45 de la mañana del primero de octubre, para que pudiese ser vista por televisión a las 22:45 del sábado, hora de Nueva York.
La mentalidad de cada boxeador fue muy diferente.
Ali viajó con un séquito de cincuenta personas incluyendo a su esposa, Belinda y a su gran amiga la modelo Verónica Porsche. Su bolsa llegó a un total estimado de unos 9 millones de dólares.
Frazier utilizó 17 boletos aéreos y no cuestionó el dinero que le iba a tocar, que finalmente llegó a los 5 millones.
"Fue entonces", confesó el médico personal de Ali, el doctor cubano Ferdie Pacheco, "cuando entendí que lo único que motivaba a Joe era el rencor y la ambición de ganar, dos estímulos mucho más sólidos que el dinero".
Ali había menospreciado a Frazier llegando a apodarlo 'Gorila', algo que 'Smokin Joe' jamás perdonó. Además, había corregido a Joe por sus errores gramaticales durante algunas conferencias de prensa. Demasiado. Este cronista tuvo ocasión de compartir una breve entrevista en París, muchos años después: uno de los hombres de Joe se acercó y dijo en un susurro: "Ni se le ocurra mencionar a Ali, porque está prohibido hacerlo. No arruine el momento, amigo".
La pelea, programada a 15 rounds por las coronas WBC y WBA fue una salvaje ordalía: nadie calculó que el calor a esa hora de la mañana iba a llegar a los cuarenta grados sin contar con la humedad.
Distendido, Ali enfrentaba a los periodistas con sus bromas habituales. Su único problema se produjo cuando su esposa Belinda, consciente de la infidelidad de Ali con Verónica, rompió un jarrón durante una discusión.
Frazier solamente pensaba en ganar, fuera como fuera. El trámite fue brutal no solamente por los tremendos intercambios de golpes sino también por las condiciones externas. "Yo me tapaba con una toalla empapada para ver la pelea: imaginen lo que era estar en el ring", recordó el doctor Pacheco.
Se dice que Ali contaba con que Joe iba a declinar su ritmo a partir del cuarto o quinto asalto. La preocupación empezó a crecer cuando llegó el sexto, pasó el séptimo y Joe no aflojaba.
El grito de Dundee era un ruego: "¡Salí de los rincones, por favor!".
Frazier con sus tremendos ganchos fue minando a un Ali que había pensado en una pelea más breve (seguramente un error de soberbia).
En un descanso, Ali dijo en un murmullo: "Por Dios, este tipo pega muy duro", algo que jamás había dicho antes de ningún rival. Eso aumentó la preocupación de la esquina, aunque Muhammad iba ganando la mayoría de los rounds.
Pudo repuntar Alli en el asalto 12 cuando metió tremendos derechazos que sacudieron y frenaron a Joe. En el 13er capítulo, Ali, a pesar de todo, no pudo noquear a un hombre ya muy lastimado. Tenía los ojos semicerrados y el rostro inflamado, pero estaba dispuesto aún a matar o morir.
Cuando llegaron al 14to asalto, Dundee en la esquina de Ali y Futch en la de Frazier adoptaron dos caminos.
Futch, con el corazón en la mano, dijo lo que ningún peleador es capaz de aceptar: "Joe, voy a parar esto". Con un hilo de voz, Frazier respondió: "No me hagas esto, Eddie".
Dundee a su vez, actuó con la mente. Ali dijo lo peor que se puede oír en un rincón: "No puedo más". Entonces Ángelo le rogó: “Por favor, ponete de pie, solo eso te pido, parate".
Mientras Futch decretaba el abandono, Ali pudo ponerse de pie para derrumbarse unos segundos después.
La pelea había terminado. Muhammad Ali seguía siendo el campeón.
Se encontraron más tarde y Ali le dijo: "Nunca más, Joe, nunca más. Esto fue lo más cercano a la muerte".
El corazón de Futch y la mente de Dundee escribieron el final.
Se necesitaron dos gladiadores extraordinarios para escribir esa historia.
