Este lunes se conmemoran los diez años de la muerte del triple campeón mundial nicaragüense Alexis Argüello. Considerado como el número uno entre los mejores pesos Ligero Jr. de todos los tiempos, inmortalizado en el Salón de la Fama en Canastota, Nueva York, honrado en 1999 como el ‘Mejor Deportista Nicaragüense de todos los tiempos’ y como designación póstuma reconocido como el ‘Campeón del Pueblo’.
Lo logrado por ‘El Flaco Explosivo’ fue hazañoso, por la época, por la clase de rivales que debió enfrentar y por la cantidad de peleas que debía sumar en temporadas maratónicas.
Los quince años de carrera efectiva (1968-1983) con más de ochenta peleas, 16 defensas de título sin perder ninguna y más de 60 batallas ganadas por la vía rápida, permiten obviar las explicaciones sobre su dimensión en la historia universal del boxeo. Fue y seguirá siendo un grande hasta la eternidad.
Esa historia de quince años terminó en su segunda derrota contra Aaron Pryor y en aquella discutida subida a las 140 libras. Luego, por dos veces intentó regresar (1985 y 1994) sin pena ni gloria. La derrota de 1983 cerró una etapa de manera dolorosa y abrió otra, donde no faltaron los excesos, los errores, las aventuras quijotescas, el despilfarro y la quiebra económica. Es fue la fase de su vida en Miami.
Las peleas contra Pryor y la ciudad del sol
Los dos forman un algoritmo inevitable e indisoluble en el guion de la vida de Alexis. Un antes y un después que perfectamente pudieron ser el abono esencial hacia el brusco y trágico final de su existencia.
Las dos peleas por el cetro súper ligero destruyeron la línea ascendente de su palmarés, pero le dejaron mucho dinero en su cuenta bancaria. Dinero que se fue, precisamente, en Miami. En el sur de la Florida se gestó el otro Alexis, el que tenía el suficiente intelecto como para imaginarse como un verdadero ‘salvador de la patria’.
En esa época se relacionó con el exilio nicaragüense, se involucró románticamente con la lucha antisandinista, la ‘contra nicaragüense’ y hasta quiso ser un guerrillero. Después, regresó a su país y en un giro absurdo de su existencia, se transformó en una referencia política de aquellos a quienes alguna vez quiso combatir.
Sometido a una fuerza política de la que alguna vez fue su enemigo declarado, al ex campeón mundial le llegó la muerte. La versión oficial la catalogó omo un suicidio, sin embargo, según parte de su familia y muchos que lo conocieron de cerca, su muerte pudo ser un crimen. En nuestra investigación de 2017 donde recorrimos su vida a través de los testimonios, no logramos llegar a una conclusión determinante ¿Crimen o suicidio? Los fundamentos de las especulaciones son consistentes hacia los dos lados, era esperado un posible suicidio, pero abundan elementos que permiten sospechar lo contrario, pudo efectivamente ser asesinado.
En el episodio 5 de la serie, Alexis Argüello, Las Luces y Las Sombras del Legado, es posible entender las dos sentencias y ese manto de dudas e incertezas que aún perduran alrededor de trágico final de una leyenda del deporte mundial, devenido en político en un juego absurdo del destino.
La pelea que no debió ser y la vida que no debió vivir en la ciudad del sol, podrían ser la razón para considerar que los dos (pelea y ciudad) empezaron a escribir el final de sus días. Bajo esa presunción lo ocurrido en ambos cobra especial importancia a la hora de desandar el camino de la historia y, una vez más, intentar encontrar una luz que alumbre la razón de su prematuro final.
¿Por qué Aaron Pryor?
En una de las entrevistas que acompañan a esta columna, el periodista y escritor nicaragüense Edgar Tijerino, consideró que no fue un error subir a las 140 libras, el error fue enfrentar a Aaron Pryor.
Muchas voces han sido coincidentes en ese aspecto y el impacto que esas derrotas provocaron en lo anímico al campeón nicaragüense.
Si tomamos en cuenta que esa catástrofe deportiva ocurrió en medio de la inestabilidad política de su país, al que no podía regresar porque el régimen sandinista le había confiscado todas sus propiedades, la resistencia emocional de Alexis por esos días funcionaba como una bomba de tiempo.
Evidentemente, afrontar un desafío deportivo de ese tamaño, como fue subir de categoría para enfrentar al mejor exponente de la división, bien pudo ser un recurso desesperado de Argüello. Una forma de huir hacia adelante, buscar gloria y dinero para compensar lo que poco tiempo antes le había confiscado el sandinismo en Nicaragua.
La primera pelea contra Pryor, el 12 de noviembre 1982 en el Orange Bowl de Miami, es considerada una de las mejores de la historia, sumamente pareja y donde fue noqueado dramáticamente en el decimocuarto asalto, luego de uno de los episodios más misteriosos en la historia del boxeo profesional: ‘el caso de la botellita’.
Hay muchas leyendas urbanas alrededor del misterioso brebaje que le dieron a tomar al estadounidense en el decimotercer asalto. Y por más que tanto el entrenador Carlos ‘Panamá’ Lewis como Pryor siempre negaron las acusaciones, el episodio forma parte protagónica de la historia oscura del boxeo profesional.
En otra entrevista que acompaña nuestro trabajo especial, el entrenador y amigo personal de Alexis, Reynaldo Rueda, no tuvo ninguna duda en afirmar que Pryor ganó gracias a ese líquido de la botella que en su equina le hizo beber su entrenador. En la revancha, el 9 de septiembre de 1983 en Las Vegas, Nevada, no hubo botella ni nada extraño y Pryor volvió a ganar noqueando a Argüello en el décimo episodio.
Esas dos peleas marcaron el final de la época dorada de Alexis, anunció en ese momento que dejaba el boxeo, las derrotas lo sumieron en una angustiosa depresión y la sospecha es que ese clima lo empujó definitivamente a buscar el peor de los refugios: la droga
¿Por qué Miami?
Las peleas con Pryor fueron fracasos deportivos, pero no económicos. Argüello ganó bolsas millonarias para la época. Por entonces, Miami era el lugar del glamour y ‘la vida loca’. También el centro neurálgico del exilio nicaragüense posterior a la revolución que terminó con la era de los Somoza y en momentos que ese país vivía el inicio de una década (los 80’) signada por la guerra contra el sandinismo.
Alexis emprendió esa etapa de su vida mezclando una intensa vida social, un gasto desenfrenado en suntuosidades, una pésima administración de su fortuna y un vínculo estrecho con la situación política de su país a la que no le faltó nada, ni siquiera la posibilidad de convertirse por unos días en un guerrillero de ‘la contra’.
Precisamente, el conocido periodista Tomás Regalado, ex alcalde de Miami y actualmente director de Radio y TV Martí, lo acompañó en aquella quijotesca visita de apoyo a la guerrilla antisandinista en 1983.
En la entrevista que acompaña este trabajo, Regalado reflexionó sobre la perspectiva de esa aventura, reconoció su sorpresa ante el alto intelectualismo de Alexis, que lo hacía un atleta diferente al resto, y acepta que aun hoy no le encuentra una explicación lógica a su vínculo político con sus antiguos enemigos: el sandinismo. Tampoco duda en apuntar su muerte prematura como producto de un crimen y no de un suicidio.
Bajo una inevitable incerteza histórica, que permita afirmar una cosa o la otra (crimen o suicidio), han transcurrido estos diez años sin Alexis. En nuestra investigación de 2017, cuando habían pasado ocho años de su deceso, la principal constatación fue que la vida del campeón nicaragüense transmite claramente el efecto de trayecto en subida hacia la gloria y descenso en pendiente hacia el peor de los abismos.
Ese libreto es un arco en cuya parte alta se encuentran los dos episodios que hoy elegimos para recordar a esta leyenda del boxeo: las peleas que cerraron dramáticamente su apogeo boxístico y la ciudad que asistió tanto a su esplendor, como a su ruina económica.
¿Cuál fue su cuota de influencia para ese suicidio o crimen?, es algo difícil de estimar. No obstante, queda muy claro que los dos – Pryor y Miami – fueron el final del ascenso y el principio del descenso. Curiosamente, en lo deportivo la historia recoge las peleas contra Pryor, especialmente la primera, como verdaderos acontecimientos históricos.
Sin embargo, Miami no cumple un papel relevante en la biografía de Argüello. Lo que sucedió a partir de 1990, cuando, bajo el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro, Alexis regresó a Nicaragua e inició su trayecto por la política, ocupa las mejores páginas de esa historia fuera del ring hasta el final. Y por paradoja, es posible que esa vida de los 80’ en la ciudad del sol, haya escrito el primer capítulo de su muerte.
Por ello, al lamentar su ausencia una vez más, al asimilar el tiempo pasado como una marca que perdura por diez años repletos de preguntas sin respuesta, elegimos dos nuevas preguntas para recordarlo: ¿Cuánta influencia tuvo Aaron Pryor y cuánta tuvo Miami?, en el recuento de los daños que llevaron a ese trágico adiós del ‘Flaco Explosivo’.