AUSTIN, Texas.- Hay que ver más allá del insípido cuarto puesto o de 12 puntos acumulados en el GP de Estados Unidos, Sergio Pérez está en posición de dar grandes alegría al público mexicano en el Gran Premio de la Ciudad de México que será el 30 de octubre.
Checo Pérez tuvo en Austin un ensayo general de lo que vivirá en Autódromo Hermanos Rodríguez. No es exagerado decir que en las tribunas del Circuito de las Américas uno de cada tres aficionados era fanático del piloto mexicano.
El apoyo era tal que, luego de la foto de Campeones de Constructores en el pitlane, Checo tuvo que salir al tercio, asomarse desde el riel y saludar a los que coreaban: "¡Checo, Checo!".
Les aventó su gorra, se tocó el corazón y se dejó querer por la multitud.
Hasta ahí, en la parte anímica no se puede quejar, tiene todo a su favor, pero además en la parte técnica y competitiva no lo es menos.
Primero, con el cambio de motor de combustión interna, una unidad fresca, Checo contará con un respaldo en caballos de potencia para solventar la larga recta del Hermanos Rodríguez.
Luego, el auto ha vuelto a estar en sus manos, dentro del umbral de balance para ser competitivo. Porque fueron ocho carreras en las que Checo padeció por un auto que perdió 10 kilos de peso y con ello el balance en la entrada en las curvas. Una puesta a punto que se decantó hacia el garage de a lado, el de Max Verstappen.
En Austin, el RB18 fue un toro herido que, a pesar de haber sufrido un puyazo en la primera vuelta en un contacto con Valtteri Bottas con que perdió medio alerón, sacó la casta para ser competitivo y estuvo a nada de subirse al podio con todo y ese desperfecto.
Eso nos indica que la "herramienta" de Checo tiene filo y puede cortar una rebanada fuerte de pastel en México.
¿Puede ganar? Claro que puede, pero el principal escollo para que eso suceda lo tiene en casa: Max Verstappen.
El neerlandés, quien ni tiene pelos en la boca y su tacto quedó demostrado al criticar con sorna y mala educación a su equipo de mecánicos en Austin luego de una mala parada en pits, dijo que si llega a estar de líder en la última vuelta del Gran Premio de México y Checo está segundo, sin duda alguna, ganaría la carrera sin cederle nada al mexicano.
"De cualquier manera haría más puntos que Charles (Leclerc)", dijo Max Verstappen, quien sólo tiene en la mente ganar como única opción cuando sube al coche un coche de carreras.
Pero, ¿debe dejarlo ganar? ¿Checo aceptaría esa situación?
Pues, no. Max Verstappen hace bien en correr siempre para ganarle a todos y no tiene por qué dejar pasar a Checo ni como un gesto de "gratitud" por lo que hizo por él en Abu Dhabi en 2021 ni en otras ocasiones.
No, porque Max va por un récord de triunfos en una sola temporada de Fórmula 1. Tiene 13 y en México rompería una marca que pertenece a Michael Schumacher y Sebastian Vettel.
No, y menos en la última vuelta, porque se vería como un acto de caridad, como una situación artificial y anticlimática.
No creo que Checo Pérez estuviera muy a gusto con recibir un regalo de ese tipo. Cosa muy diferente sería si tal vez fuera la última vuelta del última Gran Premio de la temporada y, si Verstappen cedería posición, así el mexicano pudiera amarrar el subcampeonato de pilotos. Ese es otro cantar y ya veremos, en su momento, si es preciso, si Verstappen se "sabe esa tonada".
Checo Pérez tiene los elementos para ganar en México: el mejor equipo, el mejor auto, su afición (que es la mejor) y el talento. Tiene en contra que su coequipero es un "depredador" de las pistas, pero antes ya le ha ganado, ¿por qué no ahora?
La única manera en que un triunfo le sabrá bien y será glorioso para Checo Pérez es si lo gana 100 por ciento por él, a pulso, tal vez porque el equipo le dé una buena estrategia, pero que lo gane por ser mejor. Eso es lo único auténtico.