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La dolce vita: en Italia, Kris Durham se reencuentra con el fútbol americano

Kris Durham había atravesado cientos de días de días de juego. Su plan, naturalmente, era llegar temprano, equiparse, y salir al campo para calentar.

No, le dijeron. Saltar al campo iba a tener que esperar.

Un partido de balompié de chicos sub-15 tenía que concluir, primero.

El ex receptor abierto de los Detroit Lions, Seattle Seahawks y Tennessee Titans se rio. Era un lugar tan lejano a aquellos que había conocido y, sin embargo, un lugar en el que tanto deseaba estar.

"Eso", dijo Durham. "Fue uno de esos [momentos] donde me quedé, 'Bienvenido a Italia'".

En Italia, el balompié --llamado calcio-- es la primera elección en el deporte, y también la segunda y la tercera. En Parma, le sigue el rugby. El fútbol americano es un pie de página.

Y sin embargo, aquí estaba el 5 de marzo del 2017, en un campo más corto que el reglamentario de 100 yardas, dentro de un estadio rentado de rugby, jugando para los Parma Panthers de la Italian Football League. Su último partido de NFL, un juego de pretemporada del 2015 jugando para Oakland Raiders frente a los Seahawks en el CenturyLink Field, tuvo 68,032 asistentes.

Este partido tenía unos 200.

El hecho de que Durham estuviera aquí fue resultado de una combinación de eventos tan improbables que sintió debían formar parte de un libro. En cierto modo, ya lo eran.

La novela de John Grisham, "Playing for Pizza" fue publicada en el 2007. El quarterback de los Lions, Matthew Stafford, uno de los amigos más cercanos de Durham, le dio una copia luego de que arribara a Detroit en el 2012. Se trata de un ex mariscal de campo de la NFL que fue cortado y termina jugando en Parma para los Panthers. Fue la primera ocasión en que Durham se percató de que existía el fútbol americano afuera de los Estados Unidos y Canadá.

Durham fue liberado por Oakland durante los recortes finales del 2015. Se dio hasta el final de la campaña para encontrar otro empleo. No llegaron llamadas. Decidió viajar tanto como le fuera posible como un puente hacia su siguiente carrera: posiblemente la enseñanza o los bienes raíces.

Un mensaje de Facebook lo trajo de vuelta al fútbol americano.

A principios del 2016, el propietario de Parma, Ugo Bonvicini, recorrió una lista de jugadores potencialmente disponibles. Envió mensajes a algunos de ellos. Uno, respondió de inmediato: Durham, quien viajaba por Europe.

Bonvicini pensó que contactaba a un equipo con poca o nula experiencia de NFL. Típicamente, un 10 por ciento de los mensajes de Bonvicini y del head coach Andrew Papoccia --un nativo del área de Chicago que jugó a nivel universitario para Illinois State-- se responden. La mayoría dice gracias, pero no gracias.

Antes de Durham, solamente seis jugadores con experiencia de temporada regular de NFL, sin contar temporadas de huelga, habían jugado de la liga italiana. De ellos, solamente tres participaron en más de 10 encuentros de NFL. Únicamente Louie Giammona, un corredor para los New York Jets y Philadelphia Eagles de 1976 a 1982, tuvo una carrera equivalente a la de Durham.

"Les puedo asegurar que, si hubiera sabido que era el verdadero Kris Durham, nunca le escribo", dijo Bonvicini. "Por supuesto, ¿quién es tan estúpido para llamar a un jugador de NFL tras cuatro años de contrato para venir a jugar aquí? Era imposible. No. Así que no sabía quién era".

El nivel de talento de la liga italiana es similar a la División III universitaria. Solamente se le paga a jugadores americanos, usualmente un estipendio de alrededor de 1,000 euros mensuales, junto con la transportación, departamento, vuelos, teléfono celular y una membresía de gimnasio, dado que el club no posee instalaciones propias. La mayoría de los compañeros de equipo de Durham tenían empleos de tiempo completo. Su quarterback, Tommaso Monardi de 27 años de edad, era un controlador de negocios que manejaba una hora desde Modena para las prácticas de martes, jueves y viernes, de 8:30 a 10:30 p.m.

Era una de las primeras cosas que explicó Papoccia a Durham. Deseaba asegurarse de que entendía a lo que se metía.

"Él definitivamente mostró el deseo de probar algo distinto, ir a un nuevo país, nueva cultura, tener la oportunidad de viajar. Definitivamente le gustaba eso", dijo Papoccia. "Esa es la parte que siempre le vendo a los chicos.

"Es una de las mejores experiencias que recibes de venir y jugar aquí, es eso. Lo que te llevas a casa es diferente a cualquier otro lugar donde jugarías".

Durham inicialmente dijo que no, pero les dijo que se mantuvieran en contacto. El fútbol americano era, en aquel momento, algo en lo que ya no quería pensar desde que su carrera de NFL terminara del modo en que muchas terminan; sin mucho ruido en el día de recortes.

Después de la campaña del 2016 de Parma --juegan en la primavera y el verano-- Bonvicini y Durham charlaron de nuevo. La experiencia le intrigó. Durham dio el sí. Aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Parma sabiendo cómo decir "Ciao". Monardi y otro compañero lo recogieron y lo atiborraron de preguntas, en inglés, sobre jugar en la NFL y cómo eran sus viejos compañeros.

Parma firmando a Durham, quien acumulaba 55 recepciones de por vida para 699 yardas y tres touchdowns en la NFL, era el equivalente de un equipo americano fichando al ex compañero de Durham, Calvin Johnson. Los nuevos compañeros de Durham lo conocían de inmediato porque lo usaban a él, a Johnson y a Stafford, en el juego de video de Madden.

El modo en que Parma describió a Durham, quien sumó 35 atrapadas para 816 yardas y 11 touchdowns en nueve encuentros la temporada pasada, es como los Lions solían describir a Johnson.

"Es como jugar con una válvula de escape", dijo Monardi. "No es correrlo o un pase escape de 5 yardas, sino es un receptor corriendo 40 yardas. Así que, si estaba en problemas, siempre lanzarle a él y él podía deshacerse incluso de la doble cobertura.

"Era emocionante".

El fútbol americano le importaba a Durham, pero esto se trataba de la oportunidad de aventura y la habilidad de iniciar la siguiente porción de su vida al tiempo que conservaba algunas conexiones a la pasada. Extrañaba a familia y amigos. Le tomó media temporada acomodarse. Luego, por primera vez en mucho tiempo, comenzó a divertirse.

Decidió quedarse para una segunda campaña.

"En la NFL, es un negocio", dijo Durham. "Puedes estar en un equipo una semana y otro equipo en otra semana. Aquí, estás aquí. Eres parte del equipo. Eres parte de la hermandad. Definitivamente me llevó de vuelta al sentido y amor por el juego".

Salía con sus compañeros todos los viernes a la Pizzeria da Luca en Parma, por pizza y cervezas, una tradición italiana de fútbol. Eran cercanos como un equipo de preparatoria. Le recordó de cómo era el fútbol americano cuando crecía.

Jugaba al fútbol americano de bandera en su tiempo libre. Celebró cuando el equipo de balompié de Parma se ganó la promoción a la Serie A en mayo, una fiesta que él comparó con una celebración de Super Bowl. Viajó a Roma con sus compañeros para las pascuas y en el camino de regreso, pasó a visitar la casa de un amigo en la campiña toscana. Comió Tortelli en la noche de San Juan durante el festival de San Giovanni. Conoció a su novia a través de un compañero. Ella le ayudó con las diferencias culturaless.

Los compañeros de Durham le invitaron a todas partes. A diferencia de algunos otros americanos que han jugado, Durham aceptó gustoso. Está en el grupo de mensajes de texto del equipo, incluso si comprende poco porque todo está en italiano y solamente puede llevar pequeñas conversaciones. Esto es algo que deseaba desde hace mucho tiempo, incluso si no lo sabía.

"Ni siquiera lo esperábamos así porque no es común para el americano, incluso con ese nivel de tipo que jugó en la NFL; esperábamos que tuviera algunos problemas con ello", dijo Monardi. "Pero él realmente es parte del grupo, y eso es lo que nos hace, es el placer para nosotros.

"Que aceptas al equipo totalmente".

Esa es la razón por la cual el 25 de junio del 2018 trajo emociones mixtas. Por segunda campaña consecutiva, Parma cayó en las semifinales. Durham corrió dos veces para 20 yardas y sumó 11 recepciones para 128 yardas. Cuando salió del campo dentro del estadio de fútbol de Parma --la única vez en todo el año en que jugaron allí-- se tomó una pausa.

Estaba tan lejos de casa y también allí de nuevo, en el lugar que lo acogió y lo convirtió en uno de los suyos. Sabía desde antes de la temporada que era su último año. El fútbol americano lo llevó a Italia y le dio una segunda oportunidad para terminar su carrera bajo sus propios términos, con compañeros que pese a la barrera del lenguaje, y diferencia de talento, convirtió en un grupo de amigos cercanos. Respetaba a sus compañeros italianos tanto, "si no es que más", que cualquiera de los otros que ha tenido.

Durham jugó frente a su estado natal en Georgia. Hizo dinero y jugó en la NFL. Luego jugó el deporte en un país donde el deporte no importa para nada, frente a un número reducido de aficionados y al lado de compañeros que lo hacían como pasatiempo y segunda carrera.

Lo hizo enamorarse de nuevo del fútbol americano.

"Experimentas la vida y experimentas la cultura y ves cosas y visitas lugares y puedes formar parte de algo que es tan diferente", dijo Durham. "Tan diferente que los Estados Unidos y el fútbol americano en mi cabeza, es una experiencia diferente.

"Definitivamente te cambia, tu mentalidad. Es como viajar y ver el mundo, de la manera que sea, te va a abrir la mente a cosas nuevas".