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John Elway: legado de persistencia y calidad pura

La leyenda nació hace 20 años, cuando John Elway anunció su retiro cuando estaba en la cima de la NFL tras ganar su segundo anillo de Super Bowl, pero su legado había quedado definido, quizá, antes de poder disfrutar de sus campeonatos con los Denver Broncos.

El 13 de septiembre de 1999, Elway dio el primer paso hacia la inmortalidad cuando los Broncos retiraron el número 7 que usó durante 16 temporadas e incluyeron su nombre en el Anillo del Honor del desaparecido Mile High Stadium.

Curiosamente, el duelo que sirvió de marco para la ceremonia fue ante los Miami Dolphins, donde militaba otra leyenda de la NFL, Dan Marino. Ambos sólo se enfrentaron en una ocasión, en 1985, con victoria de Marino, pese a jugar en la misma conferencia.

Cinco años más tarde, el Salón de la Fama en Canton, Ohio, le abrió las puertas al mítico quarterback.

De no existir la regla que indica que deben pasar cinco años para que un jugador retirado sea elegible para el Salón de la Fama, Elway hubiera llegado de forma inmediata al recinto de los inmortales por la profunda huella que dejó en los aficionados de los Broncos y en la NFL.

Prueba de ello es que Elway es mencionado frecuentemente en la conversación de los mejores quarterbacks de la historia.

Un premio como Jugador Más Valioso de la NFL en 1987, 47 regresos para ganar en su carrera, nueve viajes al Pro Bowl, 51,475 yardas por aire y 30 pases de touchdowns (segundo y tercer totales más alto al momento de su retiro, respectivamente), cinco apariciones en el Super Bowl y ser el Más Valioso de la edición XXXIII son sólo algunas de las cartas de presentación de Elway para ganar su pase a la inmortalidad.

Sin embargo, la imagen de Elway al girar en el aire como hélice de helicóptero al buscar un primero y 10 en el Super Bowl XXXII es la que perdura en la mente cuando se menciona su nombre. Esa acción resume sus cualidades como jugador, quarterback y líder.

No importa el costo. Había que buscar la victoria, incluso si ello significaba arriesgar el físico.

Sin embargo, Elway comenzó a cimentar su legado desde antes, incluso, en medio de un periodo de su carrera en el que la consagración lo evadía con dolorosas derrotas en el Super Bowl.

Además de ser un quarterback físicamente resistente al castigo de los defensivos y hábil para ganar tiempo dentro de la bolsa de protección o para escapar de la presión, Elway tenía la habilidad de jugar con inteligencia y tranquilidad.

El Juego de Campeonato de la AFC de la temporada 1986 ante los Cleveland Browns prácticamente definió el legado de Elway, quien con cinco minutos por jugar y abajo 20-13 en el marcador, llevó a los Broncos a recorrer 98 yardas para obligar al tiempo extra y, consecuentemente, guiar a Denver a la victoria y al Super Bowl.

Fue en el marco del Super Bowl en el que Elway sufrió golpes devastadores que hubieran descarrilado la carrera de muchos otros jugadores, pero el quarterback de Denver se sobrepuso y nunca dejó de buscar la gloria.

Más allá de desanimar y quizá cambiar el curso de su carrera, las contundentes derrotas en el Super Bowl XXI (39-20 ante los New York Giants), en la edición XXII (42-10 ante los Washington Redskins) y en la XXIV (55-10 ante los San Francisco 49ers) alimentaron el deseo de gloria de Elway.

En un deporte en el que el trabajo en equipo es indispensable para triunfar, Elway no podía haberlo logrado solo y fue hasta 1995, cuando Mike Shanahan llegó como coach de los Broncos y le proporcionó al número 7 las herramientas que necesitaba para tener éxito, y que nunca tuvo, que Elway finalmente dio el paso a la gloria.

Con Terrell Davis como el corredor con quien compartió el peso de la ofensiva, un cómplice como Shannon Sharpe y una sólida defensiva, entre otros aspectos, que Elway reservó su lugar en la inmortalidad del futbol americano.

El deseo de gloria de Elway quedó de manifiesto en aquella jugada ante los Packers en el Super Bowl XXXII, cuando se lanzó para alcanzar un primero y 10 en una clara muestra de sacrificio y dos defensivos le hicieron girar en el aire.

Un año después, la conquista de su segundo Trofeo Vince Lombardi sirvió pararle un marco más que merecido al retiro de Elway y para recordarnos que el número 7 de los Broncos dejó una huella imborrable en el corazón de todos los aficionados de la NFL.