Nunca lo olvidará. Años después de la final en Wimbledon 2002, David Nalbandian tuvo una primavera deportiva que lo llevó hasta las semifinales del Abierto de Australia 2006. Desperdició una ventaja de dos sets, dejó reaccionar al chipriota Marcos Baghdatis y eso le costó la derrota por 3-6, 5-7, 6-3, 6-4 y 6-4.
Fueron tres horas y media de juego, y el cordobés, campeón del Masters de Shanghai unas semanas atrás, se quedó con las ganas de apretar el acelerador rumbo al uno que ostentaba Roger Federer, luego campeón del torneo.
Los 39 grados que marcaban el termómetro en la noche de Melbourne pudieron ser el prinicipio del fin para quien estaba llamado a pelearle de igual a igual la corona al suizo.
El argentino, quien había vencido en las rondas previas al tailandés Danai Udomchoque, al suizo Stanislas Wawrinka, al finlandés Jarkko Nieminen, al español Tommy Robredo y al francés Fabrice Santoro, decayó notablemente su nivel, cometió demasiados errores no forzados y consumó una derrota inesperada teniendo en cuenta el desarrollo del partido.
Además, inscribió su nombre en las semifinales de los cuatro Grand Slams, algo que no había logrado ni siquiera Guillermo Vilas. Con la mencionada final de Wimbledon (2002) y semifinales en el US Open (2003) y Roland Garros (2004), hizo historia pese a que se quedó en las puertas de la gloria.