El camino a veces puede ser sinuoso, intenso y alborotador, pero si en el interior hay una voz que te alienta a seguir, a pesar de cualquier alud, queda continuar por aquella intuición que muchas veces a- la larga- se le encuentra la razón.
Tomás Santiago o La Mole –como se lo conoce en el hockey- entrena con Los Leones hace ya varios años, y si bien tuvo la posibilidad de disputar la Copa Mundial 2023 siendo titular, ser parte de París 2024 tiene un tinte especial: “La verdad que fue una alegría muy grande. 11 años de pelearla, del 2013 hasta el mayor, y poder darme el gusto de poder atajar en unos Juegos Olímpicos es un sueño y también una realización personal de haber luchado tanto tiempo. Mi hija nació y a los 15 días me vine a jugar acá, ahora voy a estar dos meses separado. Es un premio a tantos años de pelearla, de esperar, de ser persistente, de habérmela jugado, creo que es un poco todo eso”.
Si bien el gran anhelo es sabido, no se negocia el poner los pies sobre la tierra para buscarlo: “Sueño colgarme una medalla en París, por eso me levanto todos los días y arranco, hoy es mi objetivo y creo que es el de todo el equipo, pero la experiencia me hizo dar cuenta que al final el hockey termina siendo un juego, en el cual tenés que prepararte bien, hacer todo lo que esté a tu alcance para llegar de la mejor manera y después es un juego, es deporte, podés ganar y podés perder. Ser padre me puso en contexto de que el hockey es una parte de mi vida y el día que termine, o vaya como nos vaya, podamos mirarnos a los ojos, de estar tranquilos de que realmente dejamos todo y la vida sigue, gane o pierda la vida sigue, hay un mañana, te tenés que levantar y seguir”, afirmó La Mole.
A el arquero surgido en Córdoba Athletic le tocó ser contemporáneo con Juan Manuel Vivaldi, el arquero campeón olímpico y de mucha trayectoria en Los Leones, pero acá confesó lo que le significó tener que pelear por un lugar sabiendo que las chances de ser el uno eran pocas: “Por momentos fue difícil, no te voy a mentir, pero tenía claro que un día iba a llegar mi momento y era por lo que entrenaba, no me podía quedar de brazos cruzados, diciendo: ‘no me dan el lugar’, traté de hacer mi camino en Europa, de jugar en los mejores clubes para el día que me toque ser el arquero, estar preparado”.
Y agregó: “fue un aprendizaje grande para mi vida, que las cosas no se dan en el momento que quizás nosotros deseamos, sino que tocan cuando tienen que tocar, hay veces que no depende de uno, entonces en vez de estar esperando que lo externo cambie o sea de otra manera, hay situaciones que uno no puede controlar, y si no las puede controlar no puede hacer nada. Estar en la selección es saber que a veces te va a tocar, otras no, pero la camiseta y el equipo siempre están arriba de los jugadores, todos van a pasar, nadie es indispensable, lo realmente importante es poder honrar la camiseta de Los Leones, ponderar los valores que tiene el equipo y saber que cuando te toca tenés que estar preparado para dar”, hizo énfasis el que será el arquero en París 2024.
El arco es un lugar de refugio para Santiago, un sitio donde tiene la responsabilidad de cuidar, pero Tomi interiorizó en la parte de su trayecto que lo deparó bajo los tres palos: “Fue un poco por elección y otro poco porque el arquero que jugaba en mi club se fue, yo era uno de los más nuevos, grandote, entonces un poco me tocó ir al arco. De chico había jugado al fútbol y el ámbito era mucho más complicado, y encontré en el hockey un lugar mucho más sano y más tranquilo, en el cual hice muchos amigos”.
Ahondando en los recuerdos del actual portero del Herakles de Bélgica, fuimos al inicio de esa llama que le despertó el alto rendimiento y si bien siempre actuó para superarse así mismo, también lo hizo para los que creyeron en él: “Decidí tomarme en serio la situación después de la primera convocatoria. Viajaba de Córdoba a Buenos Aires a concentraciones nacionales y en el 2011 tuvimos con el Junior una gira por Estados Unidos. Los que me conocen de chico saben que era gordo, muy grandote. Carlos Geneyro, en ese momento entrenador del Junior, y Fabián Jeanneret que era el profe, vieron algo en mí y sentí que se la jugaron, ahí dije: ‘me quiero dedicar a esto y ponerle el 100’. Seguí en el Junior todo ese año y al próximo decidí ir a vivir a Buenos Aires”.
El siguiente paso era viajar a la capital para estar más cerca de sus anhelos y si bien hoy Tomi lo recuerda con verborragia, los comienzos fueron laboriosos: “Me costó dejar Córdoba pero yo soy bastante tenaz con los objetivos, en ir para adelante con las cosas que me propongo, salgan bien o mal. Fue difícil porque llegué y económicamente, como la mayoría, la tuve que luchar, viví un año en una pensión con el Cholo (Matías Fernández), estuvimos los dos en una habitación durante un tiempo, después al año y pico pudimos alquilar un departamento, pero en condiciones bastante polémicas; yo tenía mi colchón en el suelo, él también, la remamos bastante”.
Más allá de lo pasado y conseguido a través de la perseverancia y obstinación, la recompensa a serse fiel a sí mismo es mayor que una cualquier citación: “Si no hubiera llegado a ser arquero de la selección, también estaría contento, porque sé que intenté todo, y para mí eso es lo más importante; es un poco mi filosofía, como intento vivir, soy de pensar de eso, de no quedarme con la duda, sino realmente tratar de que funcione y si no se logró saber que es parte del camino”, aseveró Tomás.
El arquero debe tener una mentalidad de acero para que las equivocaciones no lo saquen del partido, Tomi se refirió a este hecho y mencionó el trabajo que realizo con ello: “Los errores son parte del juego, partiendo de esa base: me voy a equivocar. Hay distintos tipos de errores, hay algunas más evitables y otros menos, lo que trato de hacer es que si me hacen un gol que sea mérito por del delantero y no un error mío, tengo una forma de atajar que siempre después de cada jugada, sea buena o mala, lo que me digo es ‘la más importante es la que viene’, porque lo de atrás no se puede cambiar, por más que le sacaste el ángulo o se te escapó entre las piernas, entonces siempre estar focalizado en lo que viene, lo que viene, lo que viene, solamente la situación anterior que sirve para ver qué hubiera hecho o cómo lo podés corregir, ese es el punto”.
También, La Mole hizo mención a los días que viven con Los Leones antes de emprender el viaje hacia el sueño olímpico: “Estas semanas están sirviendo mucho para terminar de pulir detalles, trato de vivirlo tranquilo, no me considero ansioso, al contrario, estoy tratando también, justo ayer lo hablaba con Darío (Palazzo) que es nuestro psicólogo, de que los Juegos Olímpicos son 10 días, pero si no disfrutas los 3 años anteriores por 10 días me parece que la estás pifiando entonces estoy disfrutando el camino. Levantarte todos los días con una motivación tan fuerte es un lujo y estoy tratando de preservar eso”.
Para finiquitar, Tomi se tomó el tiempo para pensar en aquellos que están siempre para él: “Agradecerles a mis viejos, a mi hermano y a mis amigos por acompañarme en este camino, a mi mujer también, hoy puedo estar acá tranquilo porque también ella está allá con mi hija, se banca que esté cinco meses al año afuera, ahora siendo madre, estando sola la verdad es que le debo, pero también estoy tranquilo, pues sé que ella está bien y no es poca cosa”, concluyó Santiago.