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Mauresmo, la campeona que rompió barreras en el mundo de los courts

Genia y figura. En el mes de la diversidad e inclusión, vale la pena reparar en un caso especial, el de una campeona que dejó huella en el circuito profesional de tenis. Amelie Mauresmo, la jugadora en cuestión, francesa y muy talentosa, con un estilo completo, fue una de las primeras en romper barreras al admitir su homosexualidad. Eso, según ella confesó tiempo después, la liberó y así le permitió soltarse realmente y rendir como mejor podía hacerlo en un court.

Al cuarto año de insertarse en el tour profesional, Mauresmo hizo ruido en serio por primera vez al avanzar a su primera final en un Grand Slam. Eso se dio en el Abierto de Australia de 1999. Estaba instalada en el Top 30 de la WTA y, tras ganarle a la N°1 del mundo del momento, la estadounidense Lindsay Davenport, la francesa se apresuró al ir a festejar la gran victoria, frente a las cámaras, con Sylvie, su compañera de ruta y del corazón. Mauresmo, de apenas 19 años, la besó y así dejó al descubierto una situación que ya conocía su familia, pero que era desconocida para los fanáticos.

Así, la gala rompió con el tabú y se quitó presión de encima. Después perdió la final ante la suiza Martina Hingis, quien figuraba N°2 en el ranking y la criticó por semejante revelación, lo que obviamente distanció a la francesa de la helvética. Ese certamen marcó un antes y un después en su carrera. Sin proponérselo, la oriunda de St. Germains en Laye abrió aún más el camino que habían iniciado otras colegas, el de poder mostrar sin tapujos su condición sexual.

Aquel 28 de enero de 1999 resultó una bisagra para la trayectoria y la vida de Mauresmo. Campeona en 25 ocasiones en singles, con dos títulos que brillan sin dudas por sobre el resto, como los de Wimbledon y Australia de 2006, el año de su consagración internacional, ella marcó una etapa del tenis con su mensaje. La ductilidad le permitió también a la francesa coronarse en el Masters de 2005 y fue dejando una marca indeleble, siendo además la N°1 del mundo.

Su gesto fue muy valorado y a su vez respetado. Ella dejó en claro que es lesbiana y no tiene por qué esconderse, como lo reconoció desde aquella declaración pública. Su pareja, Sylvie, le explicó luego a 'Paris Match': “No fue cuestión de impactar. Pero no es normal no poder decirlo”. Y Mauresmo agregó: “Pensé que podría ayudar a algunas personas, aunque no quiero ser portavoz de nada, excepto de la tolerancia".

"La mente", dijo la francesa más de una vez, "es lo que marca la diferencia". Su desarrollo en el tenis se lo debió a su felicidad con Sylvie. En Saint-Tropez, ambas encontraron paz y equilibrio como pareja. Sylvie es la que salía un poco menos y Amelie, la gran campeona, después convertida en entrenadora, la de imagen más pública. La misma que respondió en su momento, al ser consultada sobre si su revelación había cambiado su tenis: "Me liberó. Después fui jugando mejor, gracias a Sylvie. Dejé de mentir, dejé de esconderme...".

"¿Cómo vivía antes? Estaba escondidao, sola en París. Pocas personas lo sabían... Mi familia lo supo desde el principio y después algunos amigos", reconoció la extenista francesa, quien años después fue mamá. Retirada de las canchas, se dedicó a ser capitana del equipo de Francia en la Fed Cup por naciones, en su firme interés de poder ayudar a transmitir tantas enseñanzas y vivencias en el circuito.

Y Mauresmo vivió otra "hazaña personal", la de dirigir a un hombre. Tras su exitosa dupla con el checo-estadounidense Ivan Lendl, un grande de los '80, Andy Murray eligió a la francesa para ser su entrenadora. "Ella me dio confianza para estar entre los 10 mejores. Eso es lo verdaderamente importante", dijo el escocés cuando finalizaron. Ella había lanzado: "Si los hombres entrenan a mujeres, ¿por qué no puede pasar lo contrario?". Y vaya si fue satisfactoria aquella labor de la gala con el británico. Madre de Aaron y Ayla, Mauresmo sigue siendo hoy la única mujer francesa que alcanzó el N°1 del ranking mundial de la WTA en singles, donde estuvo 39 semanas. Su familia es la prioridad en su vida. Una vida particular, afrontada con sinceridad y claridad. Un ejemplo para muchos.