Lance Stroll se apasionó por el deporte desde muy pequeño. Sin embargo, nada que ver con los autos: el canadiense se enamoró del tenis. De niño pasaba horas y horas en la cancha que tenía en la mansión familiar en la que vivía. Su nivel fue creciendo y su talento ya era observado por algunos scouters, quienes venían en Lance un futuro jugador ATP. Sin embargo, su vida deportiva viviría un vuelco, impulsado por su padre Lawrence, un multimillonario que realizó sus primeras inversiones en el mercado de la ropa, con marcas como Pierre Cardin, Ralh Laure y Tommy Hilfiger, entre otras. Pero había una pasión que atraía de Stroll padre desde siempre: los autos.
La colección de autos de Lawrence incluye 25 Ferrari, entre los que se destacan la 330 P4 (se fabricaron apenas tres), un 250 GT LWB California Spider, el 275 GTB/4 NART Spider de 1967 que le costó 30 millones de dólares, un Enzo FXX y el exclusivo LaFerrari FXX K. Semejante amor por los autos llevó a empujar a su hijo a cambiar de enfoque deportivo y dejar la raqueta por el volante.
En 2008, el pequeño Lance comenzó a correr en karting (tenía apenas nueve años). En 2010 fue incorporado al programa de desarrollo de talentos de Ferrari (y, el papá es un buen cliente). Fue campeón de la Fórmula 4 Italiana en 2014 y de la Fórmula 3 en 2016, siempre dentro del poderoso equipo Prema, al que llegó con el impulso económico de su papá. De ahí, directo a la Fórmula 1, en 2017, con apenas 18 años, para sumarse a las huestes de Williams. Allí pasó dos temporadas, hasta que se mudó a Racing Point, equipo que fue rescatado por su padre de la bancarrota (tras los problemas legales del Vijay Mallya en tiempos de Force India).
Papá Stroll, quien actualmente tiene una fortuna de 3.800 millones de dólares, no se quedó ahí. En enero de 2020 compró el 16,7% del paquete accionario de Aston Martin a cambio de 182 millones de libras esterlinas. Para 2021, Racing Point se convirtió en Aston Martin y allí se sentó Lance. Para 2022, Lawrence se hizo con el 28,29% del total del paquete accionario de la marca inglesa (invirtió otros 50 millones de libras). En su cabeza está ganar carreras y pelear por campeonatos de Fórmula 1.
Para 2023, el equipo contrató a Fernando Alonso para formar la dupla con Lance. El vínculo del asturiano vence al cierre de 2024. En tanto, el contrato del hijo del dueño es una incógnita, aunque claramente parece ser un asiento a perpetuidad. Lawrence invirtió cerca de 100 millones de euros para construir la carrera de su hijo en el mundo del automovilismo y convencerlo de dejar el tenis. Sin embargo, a Lance la raqueta es lo que más le gusta, aún hoy, después de haber corrido 134 Grandes Premios de Fórmula 1, contando hasta el GP de Bélgica del presente ejercicio.
Pues bien, los rumores que surgieron en la semana previa al retorno del Mundial tras el parón veraniego con el GP de Países Bajos apuntan a que Lance dejaría la Fórmula 1 para dedicarse al tenis, su pasión. Algunos señalan que, al cierre de 2024, el canadiense se bajaría definitivamente. Aunque podría adelantarse para el final de este año. Lance cumplirá 25 años el 29 de octubre. Hasta dónde podría llegar con la raqueta, es una incógnita, pero tal vez pueda cumplir con su sueño.
No es muy común encontrar un piloto que, tras su retiro, se dedique a otro deporte competitivo. Sí a la inversa. En la Argentina, Vicente Pernía fue defensor, bicampeón de América y campeón Intercontinental con Boca antes de correr en Turismo Carretera y ser subcampeón en 1997. Su hijo Mariano, exlateral de Independiente, Atlético de Madrid y quien jugara el Mundial 2006 con la selección de España, actualmente corre en TC 2000. En Francia, Fabien Barthez fue el arquero campeón del mundo con Francia en 1998 y, ya retirado del fútbol, se dedicó al automovilismo, corrió el Mundial de Endurance y creó el equipo Panis Barthez Competition.