Así se dio el portazo en el Gran Premio de México de 1970, lo que representó el adiós de la Fórmula 1 en el país por más de 15 años.
Cinco reconocimientos de manera consecutiva como el mejor Gran Premio de la temporada y con elogios de pilotos e integrantes de escuderías en cada visita al país, así es como el actual Gran Premio de México se ha consolidado en el calendario de la Fórmula 1 en los últimos ocho años.
A pesar de todos estos reconocimientos, no todo ha sido de colores en el Autódromo Hermanos Rodríguez, en donde hace 53 años se vivió un día en donde la afición mexicana y organizadores quedaron señalados y representó el adiós de la máxima categoría durante más de 15 años.
El 25 de octubre de 1970 el Gran Circo tenía como última fecha de la temporada su vista a la capital mexicana, en donde pilotos como Jacky Ickx, Jackie Stewart, Jack Brabham, Bruce McLaren, Graham Hill (hoy leyendas de la F1) y el piloto mexicano Pedro Rodríguez, entraban en escena en el llamado Autódromo Ricardo Rodríguez. El espectáculo y la carrera lucía prometedora, pero en la pista y gradas las cosas fueron completamente opuestas.
Cientos de aficionados congregados desde horas antes en el Velódromo de la Ciudad Deportiva, y que presenciaban el final de la llamada Vuelta de la Juventud (que ganó el mexicano Agustín Alcántara), terminaron de observar el evento deportivo y sabedores de la celebración de la carrera solo un kilómetro más adelante, tomaron la decisión de acercarse, sin boletos, y aprovecharon la ausencia de un factor clave, la falta de seguridad, misma que en años anteriores había estado a cargo de militares.
“Recordamos que en 1968 se vive el movimiento estudiantil que culmina con Tlatelolco, días antes de los Juegos Olímpicos, y en ese momento viene una negativa de la gente en el poder para emplear a los militares, que siempre se habían empleado a los militares. Si ves las fotos de las carreras de 1960, 1962, 1963 y 1964 e incluso cuando se inaugura la pista en el 59, siempre hubo soldados. Para 1970 no había soldados, son policías, los llamados ‘tamarindos’”, relata el periodista e historiador especializado en automovilismo, Carlos Jalife.
Jalife también fue testigo en aquella tarde de domingo, día que, conforme pasaban las horas, observaba cómo los intrusos comenzaron a arrojar botellas de vidrio a la pista para que los automóviles de las categorías de turismo tuvieran algún incidente.
“La gente se empezó a aburrir, porque había carreras preliminares, que eran siete previas, y varios ya venían tomados y empiezan a decir “no hay choques”, por lo que empiezan a lanzar botellas para que se truenen las llantas y se volcaran”, aunque aquella tarde no se vivió ningún incidente de gravedad, el caos reinó en la zona del autódromo.
“Esta gente se metió entre el asfalto y la zona de la valla o los terraplenes. A los policías les quitaban la gorra y las lanzaban, cosa que no habría sucedido con los soldados”, agregó.
El caos en el inmueble provocó que los pilotos de Fórmula 1 se negaran a competir, por lo que “mandaron a Pedro Rodríguez con Jackie Stewart y Javier Velázquez, que era el director del Gran Premio para que le digan a la gente que fueran detrás de las vallas. Luego en otro auto estaba Fittipaldi, pero no llegó muy lejos, pues se dio cuenta que era imposible moverse”.
“Los pilotos estaban reunidos y no querían correr. La carrera ya iba una hora tarde. Los pilotos decían que no podían correr así, porque si salía alguno de pista podrían matar a alguien. Javier Velázquez dice ‘ok, si deciden no correr avísenme y denme cinco minutos, porque yo agarro mi carro y me voy y se quedan con 200 mil ca… enojados, porque no hay carrera, porque yo no me hago responsable’”.
Aquella carrera se realizó, a pesar de la división de opiniones de los pilotos y el esfuerzo de convencimiento de parte de Pedro Rodríguez. Ocho pilotos no terminaron la carrera por diversos problemas mecánicos, mientras que el ganador fue Jacky Ickx, quien fue subcampeón de Fórmula 1 en aquella temporada por detrás de Jochen Rindt. Sin embargo, los aficionados mexicanos no respetaron el trazado de pista, robaron piezas de los bólidos y algunas personas se atravesaban durante la realización de la carrera.
Un perro, víctima del portazo
El Gran Premio de México se celebró con saldo blanco entre los “asistentes”, pero en pista un perro callejero que se coló al inmueble en medio del tumulto terminó por ser arrollado por el auto de Jackie Stewart.
“Había un perro en la zona de las ‘eses’. Varias veces los autos de Turismo estuvieron cerca de arrollarlo. Se oyen los motores y el perro buscaba cómo y dónde acercarse. Cuando pasaban los autos hacía su intento por seguirlos y se mete cuando Jackie Stewart pasa. Jackie no se iba a mover, si él se movía se podía voltear y tampoco podía pasar eso. Le pega al perro, le dañan la dirección, entra a pits para arreglarla y vuelve a salir, pero el carro no estaba bien y se retira”.
Multa y la decisión de no seguir en F1
Con una carrera en donde se vivió un portazo, bólidos desvalijados y un perro como víctima afectando a un piloto, el comisario del Gran Premio de México, Pedro Viyao, señaló que “el comportamiento de los aficionados me sorprendió sobremanera, pues siempre habían mostrado mucha cordura y ejemplar comportamiento en este tipo de pruebas. Lamento mucho que se haya comportado así el aficionado mexicano”. Las disculpas de Viyao no fueron suficientes y la Commission Sportive Internationale (CSI) decidieron multar a México y ponerlo “en probación” para mantenerse en la categoría en 1971.
Las decisiones para no seguir en la categoría se juntaron. Los organizadores debían pagar la multa antes de la siguiente edición, pero la falta de apoyo gubernamental del expresidente Luis Echeverría y la muerte de Pedro Rodríguez durante 1971 cambiaron todos los planes.
México estaba en el calendario oficial de 1971 y la carrera debía celebrarse el 24 de octubre. Jalife recuerda cómo se dio la decisión para que México no celebrara la carrera de la máxima categoría.
“En el momento que Pedro Rodríguez se mata (11 de julio de 1971) los organizadores comienzan a ver el tema de multa, que era en francos suizos. No había Pedro Rodríguez, Moisés Solana se mató en 1969, no había pilotos mexicanos con nivel de Fórmula 1 y al presidente Luis Echeverría no le gustaban las carreras y decía que era deporte para ricos. Al presidente sí le gustaba el deporte, pero no encontraba conexión con los autos”, recuerda.
Sin un imán de taquilla para llenar el escenario y la falta de dinero por parte del gobierno, los organizadores tomaron la decisión más fácil en aquel entonces “No pagar la multa, para que no haya Gran Premio”.
Tuvo que pasar medio siglo para que México pudiera tener un piloto mexicano en el podio del ahora Autódromo Hermanos Rodríguez.‘Checo’ Pérez ha finalizado dos ocasiones en la tercera posición y ha generado entre millones de aficionados una nueva euforia en el Gran Premio de la Ciudad de México.