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Andrés Gómez, orgullo ecuatoriano y latinoamericano

"Roland Garros no solo es uno de los cuatro grandes e históricos torneos del tenis; es la obsesión de todos. Sus pistas, su entorno, su ciudad ayudan a magnificar aún más a quien logre ganarlo. Acceder a él es muy difícil. Lograr imponerse en él es un reto mayor, un sueño cumplido. Por eso, creo que soy un privilegiado de mi deporte, de mi país y de Roland Garros". Las palabras son de Andrés Gómez que hace 30 años alcanzaba el título tras vencer al máximo en Paris al estadounidense Andre Agassi, por 6-3, 2-6, 6-4, 6-4.

El zurdo de Guayaquil se impuso el 10 de junio de 1990, en la famosa Philippe-Chatrier al Kid de Las Vegas, de solo 19 años. En las semifinales había derrotado al austríaco Thomas Muster, recordado por ser uno de los mejores de la historia sobre arcilla.

Hace unos años, quien fuera Nº 4 del mundo en 1990 hacía un balance de su carrera. "Yo estoy contento con lo que hice, estoy conforme, porque yo nunca soñé con ser jugador profesional. Soñaba con ganar Wimbledon o un 'US Open' (Abierto de Estados Unidos), y la Copa Davis, pero no soñaba con ser jugador profesional, soñaba con jugar estos torneos y regresar a mi casa".

"Claro que en el trayecto fui aprendiendo que sí podía llegar a ser profesional, y comencé a aprender a trabajar de una manera que nunca lo había hecho. Además, tenía un gran ejemplo como fue el argentino Guillermo Vilas", agregó.

"El tenis, como cualquier deporte, va evolucionando y van saliendo diferentes tácticas de juego, quizá cuando (el sueco Bjorn) Borg y Vilas estaban en su mejor época a finales de los 70 y comienzos de los 80, el juego era un poco más lento y se dio la necesidad de comenzar a acelerarlo", comentaba quien terminó marcando una era en el tenis latinoamericano.

Gómez, que fue número uno del mundo en dobles en 1986 y que acumuló 21 títulos a nivel individual y 33 en dobles, reconocía que pudo haber hecho cosas mejores. "Es fácil hablar después de que las fichas están jugadas, y sabes que errores cometiste o no, viniendo de un país como Ecuador que realmente a nivel de tenis había pasado muy poco", dijo.

¿Un legado que deja huella? Su hijo Emilio Gómez y sus sobrinos Nicolás Lapentti, Giovanni Lapentti y Roberto Quiroz también adquirieron relevancia internacional. Lo que se dice... marcar el camino.